Un reciente estudio realizado por expertos de la Universidad de Stanford (Estados Unidos), concluye que el calor y la sequía ya están reduciendo el rendimiento de los cultivos a nivel mundial, especialmente en cereales que son esenciales como el trigo, la cebada y el maíz. En este trabajo los investigadores han analizado cómo el cambio climático, está afectando de forma silenciosa pero constante a las cosechas de casi todas las regiones agrícolas del planeta.
Según los resultados obtenidos, las pérdidas en el rendimiento de los citados cultivos se establecen actualmente entre un 4% y un 13% por debajo de lo que sería un rendimiento normal, si no se hubieran producido las alteraciones climáticas. Para los expertos lo más preocupante es que estas condiciones extremas no son algo que pueda ocurrir en un futuro a medio o largo plazo, es algo que está ocurriendo.
Muchos agricultores están trabajando con temporadas de cultivo que son más cálidas que casi cualquier otra temporada en los últimos 50 años, los expertos apuntan que no todos los modelos climáticos han logrado predecir correctamente esta situación. Por ejemplo, en zonas consideradas templadas como Europa y China, el nivel de sequedad del aire ha sido mucho más elevado de lo que se preveía, algo que lamentablemente complica aún más la situación.
Los responsables del estudio destacan dos errores clave detectados en los modelos climáticos actuales. Por un lado, la minimización del impacto del aire seco en zonas templadas, y por el otro, la proyección excesiva del impacto en el Medio Oeste estadounidense, donde las consecuencias han sido más leves de lo previsto. Se trata de discrepancias que dificultan las predicciones y que pueden haber condicionado de forma errónea las medidas de adaptación tomadas. Muchas políticas agrícolas han apostado por variedades de cultivos con una maduración tardía a fin de aprovechar temporadas más largas, pero no se tuvo en cuenta que el incremento de la sequedad del ambiente podía malograr los supuestos beneficios.
Un argumento habitual es decir que el aumento del dióxido de carbono beneficia a las plantas, ya que estimula la fotosíntesis, pero el nuevo estudio demuestra que en la práctica, ese beneficio es superado por el daño que causa el calor extremo y la escasez de agua, siendo las pérdidas netas muy considerables. Esto se traduce en una menor producción de alimentos y en un aumento de unos mercados más volátiles, de hecho, los investigadores explican que una pérdida del 5% en el rendimiento (algo que puede parecer poco), significa menos alimentos para cientos de millones de personas, lo que puede desencadenar subidas de precios y la desestabilización de muchas regiones del planeta.
El panorama actual refuerza las advertencias de organismos como la FAO, que coinciden con otros estudios recientes, como el Informe de Riesgos de Everstream Analytics, que alerta sobre la creciente vulnerabilidad de la seguridad alimentaria global. Con más de 800 millones de personas padeciendo hambre, incluso pequeñas reducciones en el rendimiento de los cultivos pueden traducirse en un gran desabastecimiento, volatilidad en los precios y desequilibrios en los mercados globales, algo en lo que coincide el nuevo estudio. Y, si bien algunos cultivos como el maíz o el arroz están desarrollando nuevas variedades resistentes al calor o a la inundación como la variedad «scuba rice» en la India, la magnitud del problema requiere soluciones más amplias y urgentes.
En Europa, investigaciones previas como la que tratábamos en el post “El cambio climático afectará al rendimiento de los cultivos en Europa”, que realizaron también los expertos de la Universidad de Stanford, ya advertía que un aumento de 3,5 °C para 2040 podría reducir la producción de trigo y cebada en hasta un 20 %. A esto se suman otras amenazas asociadas, como la proliferación de plagas y enfermedades, que se adaptan rápidamente al nuevo clima. Se puede citar como ejemplo el gusano cogollero del maíz, que se ha expandido desde América hasta África y Asia devastando las cosechas, o enfermedades como la roya negra del trigo, que ya han aparecido en regiones europeas donde antes no existían.
Además de los cereales importantes, los investigadores llaman la atención sobre aquellos alimentos que no suelen estar en el centro de atención de los modelos productivos, pero sí en nuestras despensas, como es el caso del café, el cacao, las naranjas o las aceitunas, entre otros productos. Según comentan, estos cultivos también están sufriendo una reducción de la producción a causa del clima cambiante, algo que explica por qué algunos productos han subido notablemente de precio en los últimos años. En este sentido, recomendamos retomar la lectura del post “Crisis del cacao: precio en aumento y alternativas emergentes”.
Los investigadores apuntan que aunque los modelos climáticos han acertado en muchos aspectos, existen puntos ciegos que siguen siendo peligrosos, y no se trata sólo de predecir el futuro, es imperioso adaptar la agricultura actual con mejores herramientas, modelos más precisos y decisiones políticas basadas en la evidencia, como un modo de proteger el suministro de alimentos ante la inestabilidad climática.
Podéis conocer todos los detalles de la investigación a través de este artículo publicado en la página de la Universidad de Stanford, y en este otro artículo publicado en la revista científica Agricultural Sciences.
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