Las torrijas tradicionales caseras son mucho más que un simple postre, son un legado de sabor que pasa de generación en generación, una dulce herencia que merece ser preservada y disfrutada. Esta receta fácil y deliciosa nos conecta con nuestras raíces culinarias, recordándonos los aromas y texturas de la cocina de nuestras abuelas. Perpetuar esta tradición es mantener viva una parte importante de nuestra cultura gastronómica, compartiendo con nuestros seres queridos un bocado lleno de historia y cariño.
La clave para conseguir unas torrijas espectaculares reside en la calidad de los ingredientes, especialmente el pan. Un buen pan candeal, con su miga prieta y consistente, es fundamental para que absorba la leche de manera uniforme sin deshacerse. Debemos asegurarnos de cortar rebanadas generosas, con el grosor adecuado para que el interior quede jugoso y cremoso tras el remojo. No debemos escatimar en tiempo para que el pan se empape por completo en la leche infusionada, este paso es crucial para lograr esa textura melosa tan característica.
Al freírlas, la temperatura del aceite debe ser media-alta para que se doren por fuera sin quemarse y el interior se mantenga tierno. Un último consejo: hay que rebozarlas generosamente en azúcar y canela justo al sacarlas de la sartén, cuando aún están calientes, para que el dulce se adhiera perfectamente. Siguiendo estos sencillos consejos, vuestras torrijas tradicionales caseras serán un auténtico manjar que todos querrán repetir.
Ingredientes
- 1’2 litros de leche
- 1 rama de canela
- 1 vaina de vainilla
- 1 piel de limón
- 150 gramos de azúcar
- 1 barra de pan candeal
- 3 huevos
- c/n de aceite para freír
- c/n azúcar con canela para rebozar.
Elaboración
Vierte la leche en una olla con la rama de canela, la vaina de vainilla y la piel de un limón sin el albedo, la parte blanca. Añade el azúcar y lleva la olla al fuego a temperatura media-alta, no alta.
Ve moviendo de vez en cuando para que el azúcar se vaya disolviendo y cuando veas que quiere empezar a hervir, apaga el fuego, tapa y deja infusionar hasta que la leche se enfríe.
Corta la barra en rebanadas gruesas, ponlas en una bandeja que tenga suficiente fondo para que quepa toda la leche. Cuélala y viértela sobre las rebanadas de pan. Deja la bandeja en el frigorífico para que el pan vaya absorbiendo la leche.
Si es un buen pan candeal u otro con miga densa, puede ser necesario que repose unas cuatro horas, y durante este tiempo convendrá dar la vuelta a las rebanadas un par de veces, con cuidado de que no se rompan.
Antes de freír las torrijas, prepara el azúcar con canela para rebozas y una sartén o cazuela honda con abundante aceite, puedes elegir el que prefieras, de oliva virgen o de girasol. Y en un plato hondo, bate tres huevos, puedes añadir un chorrito de la leche infusionada para aligerarlos.
Pon a calentar el aceite a temperatura media-alta escurre las torrijas de la leche, pásalas por el huevo y a continuación a la sartén, fríe por un lado hasta que se dore y entonces dale la vuelta. Repite esta operación hasta freír todas las torrijas.
A medida que las vayas sacando de la sartén, pásalas al plato con azúcar y canela para rebozarlas y reservas.
Acabado y presentación
A las torrijas les sobra cualquier acompañamiento, aunque si se sirven con algo de helado o chocolate, los golosos no se quejarán. Tú decides cómo presentar tus torrijas caseras, pero recomendamos que se prueben y se disfruten solas, están de lujo. ¡Buena cocina y buen provecho!
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