Demasiado azúcar en los productos más baratos, esta es la realidad que se refleja en una investigación realizada por la organización de consumidores Foodwatch. Este estudio pone de manifiesto que los alimentos económicos contienen cantidades significativamente mayores de azúcar que los productos alimenticios más caros. Se trata de un problema que afecta principalmente a las marcas blancas de las cadenas de supermercados, dominantes del mercado alimentario europeo.
Lo curioso es que estas cadenas minoristas se presentan como aliadas del poder adquisitivo de los consumidores, pero la realidad es que promueven un sistema alimentario injusto donde las opciones más accesibles están cargadas de azúcar (y otros ingredientes innecesarios), lo que afecta negativamente a la salud pública.
En la investigación realizada por Foodwatch Francia, se ha llevado a cabo un análisis exhaustivo de más de 400 productos de 12 categorías alimentarias, como por ejemplo el pan de molde, las pizzas, los guisantes enlatados, diferentes pestos y cacahuetes, y buena parte de los productos analizados se han obtenido de los cinco principales supermercados de Francia, Auchan, Carrefour, Coopérative U, E. Leclerc e Intermarché. Según explica la organización de consumidores, los resultados fueron contundentes, los productos más baratos contienen más azúcar, y además se trata de una tendencia que es particularmente preocupante en aquellos alimentos donde el azúcar añadido no debería ser un ingrediente común.
Hasta el 85% de los productos analizados contenían azúcares añadidos, a pesar de que se trataba de alimentos como los guisantes enlatados o panes de molde, donde su presencia no es esperada ni necesaria. Esto no resulta una sorpresa, recordemos que una investigación de Foodwatch realizada en 2016 ponía de manifiesto que las conservas de verduras y otros alimentos vegetales tenían un elevado contenido de azúcar, de 170 productos analizados, se verificó que un 46% contenían azúcares añadidos. Esta situación dificulta la elección de opciones más saludables y por supuesto favorece el consumo excesivo de azúcar sin darse cuenta.
Como ya hemos explicado en otras ocasiones, el azúcar es un ingrediente económico que cumple varias funciones en los alimentos procesados, mejora el sabor, actúa como conservante y dependiendo del producto, aporta textura. Estas ventajas para los fabricantes tienen un alto coste para la salud pública, ya que el consumo excesivo de azúcar se asocia a un mayor riesgo de sufrir problemas como la obesidad, la diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares, el incremento de la producción de grasa en el hígado y problemas dentales, entre otros.
Foodwatch denuncia que las cadenas de distribución utilizan esta estrategia de una manera sistemática en sus marcas blancas y especialmente en los productos más económicos, a fin de mantener precios bajos sin que se vea comprometida la apariencia y el sabor. El resultado de estas prácticas es que las personas con economías más limitadas tienen un acceso muy limitado a alternativas alimentarias saludables.
La desigualdad alimentaria es un hecho evidente en los supermercados, por un lado los productos alimenticios más caros suelen ser los más equilibrados y los que contienen menos azúcar, por otro lado, las opciones más económicas son las que concentran mayores cantidades de azúcares añadidos y son las que se dirigen a quienes tienen una economía limitada. Esta situación crea un mercado a dos velocidades y coloca a la alimentación saludable en un estatus de lujo.
Para las familias con ingresos limitados, la prioridad es llenar la despensa gastando lo menos posible y ello obliga a adquirir productos con más azúcares añadidos y por tanto, mucho menos saludables. La organización de consumidores explica que esta situación perpetúa un círculo vicioso en el que los consumidores con menos recursos están más expuestos a sufrir problemas de salud relacionados con la dieta.
Foodwatch considera que las grandes cadenas de distribución tienen un papel crucial en la solución de este problema en la alimentación, siendo imprescindible que reformulen sus productos de marca blanca, y especialmente aquellos que son más económicos para reducir el contenido de azúcar. También se apunta que es necesario que estas cadenas sean más transparentes sobre la composición de los productos alimenticios a través de etiquetas que informen de manera comprensible y que permitan a los consumidores tomar decisiones de compra informadas.
Claro, que no sólo se apunta a las cadenas minoristas, la organización de consumidores considera necesario que los gobiernos y las organizaciones internacionales deben implementar políticas que incentiven la producción y el consumo de alimentos saludables y para facilitar esto, creen que se podrían incluir medidas como la reducción del IVA en frutas, verduras, legumbres y alimentos frescos. Esta es una reivindicación que se realiza desde hace varios años y que incluso organizaciones como la OMS (Organización Mundial de la Salud) respaldan.
Proporcionar subvenciones para los productores de alimentos saludables es otra recomendación que lleva varios años sobre la mesa. Son muchos los estudios cuyos resultados demuestran que subvencionar los alimentos saludables es efectivo, siendo la mejor opción para cambiar los hábitos de dieta de los consumidores y mejorar la alimentación. Otra medida que se puede adoptar es la de aplicar gravámenes fiscales a los productos ultraprocesados ricos en azúcar, algo que también se contempla en diversos estudios. Llevar a cabo campañas educativas y de concienciación sobre los riesgos asociados al consumo excesivo de azúcar, fomentar las dietas equilibradas….
Se hace énfasis en exigir un etiquetado claro en los productos alimenticios, ya que los consumidores necesitan información detallada pero clara sobre el contenido de azúcar para tomar decisiones de compra informadas. Se enfatiza en la educación nutricional indicando que debe ocupar un lugar prioritario en las políticas públicas, para que los consumidores puedan identificar los alimentos saludables y evitar el consumo excesivo de azúcar. Un tema que la organización de consumidores no ha tocado y que debería haber tratado es el hecho de que en periodo de inflación, los alimentos poco saludables son los más económicos, lo que favorece aún más su venta.
Foodwatch comenta que la alimentación saludable no debe ser un lujo, es un derecho que se debe exigir a las cadenas minoristas, a los gobiernos y al conjunto de la sociedad. La organización tiene en marcha una campaña que podéis conocer aquí, solicitando a los supermercados antes citados que hagan los cambios oportunos para que sus productos alimenticios sean más saludables. A través de este artículo podréis conocer más detalles del estudio realizado sobre el contenido de azúcares añadidos en los productos más económicos de los supermercados.