
Los fabricantes de ingredientes alimenticios manifiestan su descontento con los controles de la EFSA, apuntando que el proceso de aprobación de nuevos ingredientes en la Unión Europea se ha vuelto excesivamente complejo, lento y caro. Desde hace algún tiempo, la industria alimentaria ha estado apuntando las dificultades que supone someterse a las evaluaciones de la Agencia de Seguridad Alimentaria de la Unión Europea, y dado que ahora la Comisión Europea ha iniciado una revisión del funcionamiento de la EFSA, ha considerado que es el momento de exigir algunos cambios importantes.
La EU Specialty Food Ingredients, organización que representa a más de 200 empresas del sector, ha hecho un llamamiento para que se modifiquen y modernicen los procesos de evaluación de riesgos que lleva a cabo el Comité Técnico de Nutrición, Nuevos Alimentos y Alérgenos Alimentarios, que está compuesto por científicos que evalúan y proporcionan asesoramiento sobre la seguridad y los beneficios de los alimentos y componentes alimentarios.
Los fabricantes se quejan de que la burocracia haya ido en aumento, lo que ha favorecido que la aprobación de un ingrediente sea un proceso más caro y más lento, algo que consideran que juega en contra de la competitividad de la industria alimentaria europea y pone en riesgo la innovación. No creemos que ponga en riesgo la innovación, de hecho, son varias las empresas que optan por otros mercados ante las complicaciones de los procesos regulatorios de la ESFA, suponiendo un retroceso en el mercado europeo frente a otros mercados.
Ingredientes especiales como las vitaminas, las fibras, las proteínas funcionales y los aditivos, son elementos esenciales para la industria alimentaria, sin embargo, antes de poder ser utilizados deben someterse a un riguroso proceso de autorización que incluye, por supuesto, una evaluación de seguridad que lleva a cabo la EFSA. EU Specialty Food Ingredients comenta que anteriormente, la fase inicial de una evaluación tardaba alrededor de un mes, ahora puede extenderse hasta un total de siete meses.

Pero lo cierto es que la EFSA sí trabaja para mejorar sus procedimientos, se puede hablar por ejemplo del proyecto NAMs4NANO, cuya finalidad es impulsar el desarrollo de nuevos métodos para evaluar los riesgos potenciales de las nanopartículas para la seguridad alimentaria. Se trata de una iniciativa para integrar Nuevas Metodologías de Evaluación (NAMs) para mejorar la precisión, rapidez y eficiencia en la evaluación de riesgos de nanomateriales. También se puede citar la preparación de la EFSA para evaluar la carne de cultivo celular y en general, todos los alimentos obtenidos con esta técnica, pero las empresas siguen siendo reticentes y en este caso no es por la burocracia o procesos lentos, es por los problemas que pueden traer algunos mercados de los países comunitarios.
Explican que los costes de desarrollo y comercialización de un nuevo ingrediente pueden oscilar entre 2 y 3 millones de euros, a lo que hay que sumar de 1 a 3 millones de euros si se quiere incluir una declaración de propiedades saludables en el etiquetado del nuevo producto. Es una inversión que resulta inviable e insostenible para muchas compañías. Pero este es sólo un problema, se apuntan otros que también deben solucionarse, según las empresas afectadas, como por ejemplo la falta de comprensión y las respuestas tardías, o la falta de conocimiento por parte de la EFSA sobre las tecnologías de producción de los ingredientes alimenticios.
Afirman que muchas solicitudes que están bien fundamentadas se frenan por consultas adicionales que reflejan claramente una desconexión entre las exigencias regulatorias y la realidad de la industria alimentaria. Para algunos empresarios el proceso de aprobación debería ser más sencillo y no se perdería el rigor necesario para evitar que se elaboraran productos de baja calidad.

Por ello, se han lanzado una serie de propuestas para mejorar el sistema y funcionamiento de la EFSA, aunque esto se podría interpretar como un intento de que la EFSA favoreciera sus intereses. Las propuestas son las siguientes:
Mejor comunicación: Se requieren respuestas directas a las preguntas de las empresas solicitantes y una interacción que sea más fluida con los reguladores.
Simplificación de procesos: Reducir la burocracia y especialmente en los procedimientos de confidencialidad, de este modo las empresas tendrán una mejor previsión de los tiempos y pautas de aprobación.
Mayor conocimiento técnico: Es fundamental que los expertos de la EFSA cuenten con una formación más sólida en legislación y tecnologías alimentarias, para garantizar evaluaciones más precisas y ajustadas a la realidad del sector alimentario.
Uso eficiente de los recursos: En vez de centrarse en los trámites administrativos, la EFSA debería priorizar la evaluación de riesgos de un modo eficaz.
Según explican aquí, la Comisión Europea tiene ahora la responsabilidad de garantizar que la EFSA sea capaz de realizar las evaluaciones de riesgo de un modo más eficiente y adaptado a las nuevas realidades del sector. Con la revisión de la EFSA en curso y un informe esperado para 2026, los fabricantes esperan que este proceso ayude a implementar mejoras reales, mientras tanto, la incertidumbre seguirá pesando sobre la industria, ya que si no se implementan esos cambios, los fabricantes temen que la UE pierda competitividad en el mercado global, además de que la innovación en ingredientes acabe desplazándose a otros mercados donde los procesos regulatorios son más simples.
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