El informe de la EFSA 2025 sobre residuos de plaguicidas en alimentos (con datos de 2023) ofrece una radiografía actualizada de los pesticidas presentes en los productos que consumimos en la Unión Europea. Este estudio es una herramienta clave para evaluar la seguridad alimentaria y comprobar si los alimentos comercializados cumplen con los límites legales establecidos.
A diferencia de ediciones anteriores, el informe de este año cuenta con una novedad metodológica clave, hablamos del uso de un modelo probabilístico para evaluar con mayor precisión el riesgo para la salud derivado del consumo de residuos de plaguicidas presentes en los alimentos. Esta metodología reemplaza al método tradicional determinista, modelo de evaluación del riesgo que no tiene en cuenta la variabilidad ni la incertidumbre, por lo que resulta menos representativo del consumo real.
Recordemos que la agencia necesita dos años para poder recoger la información, analizarla, procesarla y preparar el documento. A lo largo del año 2023 se analizaron un total de 132.793 muestras de alimentos, el 96,3% de ellas contenían plaguicidas dentro de los límites legales, por lo que se trata de una cifra estable si la comparamos con los informes anteriores. Sin embargo, el dato más revelador no es si se superan o no los niveles legales permitidos, el dato destacado es qué riesgos reales representan esos residuos que están en nuestros alimentos.
Por ello, en vez de centrarse únicamente en los casos de muestras que superan el LMR (Límite Máximo de Residuos), la nueva metodología permite calcular con mayor precisión cuánto riesgo corren los consumidores al consumir determinados alimentos. En este sentido, el nuevo informe apunta que el riesgo para la salud de los consumidores europeos es bajo, tanto en el caso de exposiciones agudas como crónicas, es decir, con un consumo puntual elevado o con un consumo sostenido en el tiempo.
De las 353 sustancias activas que han sido evaluadas, sólo tres tenían un nivel de riesgo crónico por encima del umbral de seguridad para ciertos grupos de población, es decir, un peligro para la salud que puede aparecer por la exposición prolongada y repetida a una sustancia. En este caso, el estudio señala que los organismos competentes tomaron las medidas correctivas oportunas de forma proporcional, retirando productos del mercado o impidiendo su comercialización. En este sentido debemos decir que los controles y muestreos que se realizan son muy insuficientes, por lo que irremediablemente entran en el mercado europeo alimentos contaminados con pesticidas prohibidos (véase el post El peligro de los plaguicidas boomerang, Europa exporta productos prohibidos que vuelven en nuestros alimentos).
Si realizamos la comparativa con el informe anterior correspondiente al año 2022, se puede observar una continuidad en la tendencia, los productos de origen nacional tienen menos porcentaje de incumplimiento que los alimentos importados. En 2023, el 1% de las muestras del programa coordinado fueron “no conformes”, frente al 2% del total de muestras analizadas. Se trata de un patrón que ya se detectaba en 2022, aunque con una ligera variación, y es que el porcentaje global de muestras fuera de los límites era del 1,6% ese año, por lo que la ligera mejora sugiere una estabilización. Pero también destaca que los productos importados siguen suponiendo el mayor riesgo, en especial aquellos procedentes de países como India, Pakistán o Turquía, donde las regulaciones en materia de productos fitosanitarios son mucho menos estrictas.
Qué alimentos son los más conflictivos y con mayor cantidad de residuos detectados
En esta nueva edición del informe, los alimentos con mayor tasa de residuos múltiples han sido las peras y las naranjas. Los expertos destacan que se ha llegado a detectar hasta 14 pesticidas diferentes en una sola muestra de peras, y aunque todos estaban dentro de los límites legales (menos en una muestra importada), esta situación plantea interrogantes sobre el efecto combinado de los múltiples residuos. Aunque actualmente la legislación evalúa cada sustancia por separado, los científicos advierten que los efectos acumulativos podrían ser relevantes a largo plazo. Por tanto, es necesaria una evaluación que determine si la combinación de estas sustancias fitosanitarias puede resultar peligrosa.
Recordemos que la evaluación de la toxicidad combinada de los diferentes grupos de plaguicidas y contaminantes a través fuentes de exposición dietéticas, es algo que se ha solicitado desde hace años, y aunque fue en 2020 cuando se ofrecieron los primeros informes del riesgo acumulativo de pesticidas en los alimentos, parece que este tipo de informes han quedado relegados a un segundo plano. Además, los existentes determinan que la mayoría de este tipo de cócteles de sustancias químicas presentes en los alimentos son inocuos, algo difícil de creer.
Sobre los productos más problemáticos, el informe destaca de nuevo el arroz y las alubias secas, alimentos donde se registraron los niveles más altos de residuos no autorizados en la Unión Europea. Entre los pesticidas más detectados se encuentran el glifosato, el triclazolo y el clorpirifós, este último prohibido en suelo comunitario. Curiosamente, el glifosato sigue apareciendo en una fracción pequeña de muestras con un 0,2% por encima del LMR, lo que genera preocupación constante por su uso residual en terceros países.
Producción ecológica y plaguicidas
En relación a los productos ecológicos, el informe explica que se analizaron más de mil muestras, de las que un 2,4% superaron los niveles legales establecidos, siendo una cifra similar a la del informe del año pasado. Aunque la tasa es reducida, se sigue insistiendo en la necesidad de reforzar los controles, incluidos aquellos alimentos etiquetados como ecológicos, ya que pueden estar expuestos a la contaminación cruzada o a residuos ambientales.
Uno de los grandes avances del informe de la EFSA sobre residuos de plaguicidas en los alimentos no se basa exclusivamente en los valores legales establecidos, empezándose a integrar el concepto de riesgo real para los consumidores, es decir, qué probabilidad existe de que una persona consuma una cantidad peligrosa de pesticidas. Según el análisis, el riesgo de superar el nivel seguro diario es inferior a 1 caso por cada millón de consumidores para la gran mayoría de sustancias. Estos resultados contrastan con la percepción pública, donde muchas personas asumen que cualquier residuo de pesticida es automáticamente peligroso. Pero para la EFSA, siempre que los residuos estén por debajo de los valores establecidos, no suponen un peligro tangible, aunque también es cierto que la agencia insiste en la vigilancia continua y la necesidad de realizar un seguimiento sobre las sustancias problemáticas.
En el programa coordinado del año 2023 se evaluaron 12 alimentos, entre ellos zanahorias, coliflor, kiwis, cebollas, peras, patatas, arroz integral, hígado de vacuno y grasa de ave. Alemania, Francia y Polonia fueron los países que más muestras analizaron en términos absolutos, pero Irlanda del Norte, Rumanía y Dinamarca sobresalieron en proporción al mínimo exigido. Por otro lado, Italia y Bulgaria no cumplieron con los mínimos establecidos, por lo que la EFSA les recomendó realizar un mayor esfuerzo.
El Informe de la EFSA sobre residuos de plaguicidas en los alimentos confirma que, aunque el sistema de control europeo es sólido y garantiza una elevada seguridad para los consumidores, se mantienen los desafíos relacionados con los alimentos importados, la presencia de múltiples residuos en ellos, y el seguimiento de sustancias no autorizadas. Este nuevo informe aporta una perspectiva más realista sobre el verdadero riesgo para la salud, gracias a la ciencia probabilística que es una herramienta ideal para hacer una evaluación más precisa y útil que servirá en la toma de decisiones.
Podéis conocer todos los detalles del informe a través de este artículo publicado en la página de la EFSA, y con todo lujo de detalles a través de este documento (Pdf).
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