Una investigación realizada por expertos de la Universidad de la Academia China de Ciencias de Beijing (China), concluye que el cambio climático aumenta el contenido de arsénico en el arroz, un problema de salud pública que pasa desapercibido para millones de personas. Se trata de una afirmación que a primera vista podría parecer alarmista, pero está respaldada con 10 años de una investigación rigurosa que ha sido publicada recientemente en la revista científica The Lancet Planetary Health.
El estudio revela una realidad preocupante, las futuras condiciones climáticas podrían disparar aún más los niveles de arsénico inorgánico en el arroz, y por tanto se comprometería la salud de millones de personas que dependen de este alimento básico. Como ya hemos comentado en otras ocasiones, el arroz es especialmente vulnerable al arsénico y la razón es el modo en el que se cultiva este alimento.
El arroz se cultiva generalmente en campos inundados también conocidos como arrozales o campos de cultivo bajo el agua, se trata de una técnica que se ha utilizado durante cientos de años y que resulta ideal para el crecimiento del arroz, pero también favorece la creación de un entorno anaeróbico (sin oxígeno), lo que favorece la liberación del arsénico del suelo al agua. El arsénico es un elemento que nuestro organismo necesita en cantidades muy pequeñas, pero si se consume en exceso puede ser dañino, especialmente el arsénico inorgánico.
Este elemento puede acumularse en el organismo incluso si se ingiere en pequeñas cantidades y con el tiempo, puede causar enfermedades graves como cáncer. En este sentido, merece la pena recordar el estudio realizado por la Universidad de Manchester (Reino Unido), en el que se concluyó que el arroz con mucho arsénico inorgánico podía causar daños en el ADN de las personas.
En condiciones de inundación, el arsénico se vuelve más soluble y disponible para ser absorbido por las raíces de la planta, para posteriormente concentrarse en las partes comestibles del grano, sobre todo en su forma más tóxica, el arsénico inorgánico que ha sido considerado cancerígeno por la Organización Mundial de la Salud (OMS). La exposición crónica a este elemento se asocia a problemas de salud como el cáncer de piel, vejiga y pulmón, las enfermedades cardiovasculares, la diabetes tipo 2, los trastornos del desarrollo cognitivo en niños, diversos problemas durante el embarazo, daños en el sistema inmunológico, etc.
La presencia de arsénico inorgánico en el agua potable ha sido ampliamente estudiada y regulada, pero su acumulación en los alimentos y especialmente en el arroz, ha tenido menos atención hasta hace bien poco, de unos años a esta parte sí se ha empezado a prestar atención al problema. Recordemos que el Instituto Federal de Evaluación de Riesgos de Alemania (BfR) advertía no hace mucho que el arroz y los aperitivos derivados contenían elevados niveles de arsénico inorgánico, niveles que la industria alimentaria debía reducir hasta el mínimo inevitable por el peligro que supone para la salud humana.
Volviendo a este amplio estudio publicado ahora y que ha recopilado durante 10 años datos y simulaciones climáticas, los expertos han utilizado plataformas experimentales conocidas como FACE y T-FACE en el delta del río Yangtsé (sur de China), se trata de plataformas que permiten simular unas condiciones climáticas futuras, como un aumento de la temperatura ambiental de más de 2ºC y un aumento de los niveles de dióxido de carbono atmosférico de más de +200 ppm (partes por millón), cifras que coinciden con las previsiones del IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático) para mediados de siglo.
Durante esos diez años, los expertos cultivaron 28 variedades diferentes de arroz seleccionadas por ser representativas de las más consumidas en países como China, India, Bangladesh, Indonesia, Myanmar, Filipinas y Vietnam. Según los resultados obtenidos, el aumento conjunto de la temperatura y el dióxido de carbono, incrementó los niveles de arsénico inorgánico en el arroz en un 44 % de media. En este contexto, más de la mitad de las muestras analizadas superaban el límite propuesto en China de 200 partes por mil millones (ppb) de arsénico inorgánico.
Los investigadores comentan que este resultado se observó tanto en el grano como en diferentes partes de la planta (tallo y hojas), intensificándose durante el crecimiento de los granos. La pregunta pertinente es: ¿por qué ocurre este aumento del arsénico?, y la respuesta es que el cambio climático modifica las condiciones del aire y el agua, además, transforma la química del suelo y la actividad microbiana. En los arrozales, el aumento del dióxido de carbono favorece el crecimiento radicular de las plantas (cuando las raíces de las plantas crecen en longitud y grosor), algo que favorece una mayor absorción de arsénico. A esto hay que añadir que la mayor presencia de carbono orgánico en el suelo producto de ese crecimiento, estimula a los microorganismos que transforman el arsénico en formas más solubles y más tóxicas.
En la investigación se observaron aumentos significativos en genes microbianos como arsC, gen que participa en la conversión del arsénico menos tóxico (arseniato) a su forma más peligrosa (arsenito). En condiciones de CO2 elevado y una mayor temperatura, la abundancia de estos genes se multiplicó por seis durante la etapa de la formación del grano. Los investigadores explican que también detectaron mayores concentraciones de DMA (ácido dimetilarsínico), forma orgánica del arsénico que aunque está menos estudiada, también puede tener efectos tóxicos, e incluso puede causar las pérdidas de las cosechas por enfermedades como el «straighthead», que provoca que las plantas de arroz produzcan flores estériles y no granos.
Según las simulaciones realizadas con unos 5.000 escenarios diferentes por país, se estima que el problema tendrá graves consecuencias para la salud de millones de personas si no se toman las medidas oportunas. Según los datos, el número de casos de cáncer asociados al arsénico en el arroz en China pasaría de 13,4 millones a 19,3 millones en el año 2050 bajo un escenario de cambio climático severo. En países como Vietnam e Indonesia se experimentarían aumentos sustanciales del riesgo de cáncer, así como en otros problemas de salud como las enfermedades cardíacas, la diabetes o los trastornos del desarrollo infantil.
Son muchos profesionales de la nutrición los que recomiendan el consumo de arroz integral por su mayor contenido en fibra y nutrientes, sin embargo, este tipo de arroz conserva la cáscara que es precisamente donde se acumula más arsénico, lo que significa que el arroz integral puede tener más del doble de arsénico que el arroz blanco. Pero hay que dejar clara una cosa, no se trata de eliminar el arroz de la dieta, lo necesario es moderar su consumo porque como ya hemos comentado, el arsénico inorgánico se acumula en nuestro organismo y abusar de este alimento puede resultar contraproducente.
Los expertos del estudio proponen algunas soluciones, a los agricultores les sugieren adoptar técnicas de riego intermitente, alternando periodos de inundación y sequía, de este modo se reducen el arsénico y las emisiones de metano. Se propone mejorar los suelos con soluciones que reduzcan la movilidad del arsénico y la promoción del desarrollo de variedades de arroz con menor absorción del mismo. Recordemos que no hace mucho se descubrió una variante de la planta del arroz resistente al arsénico inorgánico denominada astol1.
Las recomendaciones para los consumidores son lavar bien el arroz y cocinarlo en abundante agua que posteriormente debe eliminarse, lo que puede reducir el arsénico hasta en un 50%, evitar el abuso del arroz integral por el motivo antes citado, leer las etiquetas alimentarias y no abusar de los productos a base de arroz como las tortitas, los cereales o las bebidas vegetales.
Los investigadores advierten que el problema es global a pesar de que el estudio se haya centrado en Asia, ya que el arroz se consume en todo el mundo y se cultiva también en diferentes zonas vulnerables al cambio climático, como América Latina y algunas regiones del continente africano. Apuntan que los productos derivados del arroz están cada vez más presentes en las dietas occidentales y en especial entre las personas celíacas o las que siguen una dieta sin gluten.
Cierto es que el arroz es un pilar de la seguridad alimentaria global, pero puede convertirse en una fuente silenciosa de enfermedades si no se toman las medidas urgentes oportunas. Podéis conocer los detalles del estudio de la Universidad de la Academia China de Ciencias de Beijing, a través de este artículo (Pdf) publicado en la revista científica The Lancet.
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