
Nuestro primer encuentro con el bullit de peix en Ibiza fue uno de esos momentos gastronómicos que se quedan grabados para siempre. Fue en el restaurante El Barco, en Playa de Talamanca, con el sonido de las olas de fondo y el inconfundible aroma a mar que sólo Ibiza te regala. Llegó a nuestra mesa una cazuela humeante, primero el pescado y las patatas con su all i oli cremoso, y después, el arroz a banda, dorado y brillante. Aquella tarde comprendimos que el bullit es mucho más que un plato, es una tradición, una parte viva de la historia marinera de la isla que te conquista desde el primer bocado.
Hoy queremos llevaros de la mano por el fascinante mundo de este tesoro culinario. Aunque parezca complejo, os aseguramos que entender su esencia y técnica os acercará a reproducir esa magia en vuestra propia cocina. Preparaos para descubrir cómo este guiso humilde de pescadores se convirtió en una joya gourmet, y cómo vosotros también podéis revivir su historia en casa.
El bullit de peix es el reflejo líquido y sabroso de la vida pesquera ibicenca. Imaginad a los marineros, tras una jornada de faena en sus barcas tradicionales, cocinando a bordo con lo que el mar les ofrecía: el pescado del día, sobre todo la morralla o el pescado de roca que no se vendía fácilmente. Con unos pocos ingredientes básicos –patatas, ajo, aceite, sal– creaban un guiso robusto y nutritivo, esencial para reponer fuerzas.
Lo que empezó como una comida de subsistencia, se transformó con el tiempo en un plato estrella de la gastronomía ibicenca, elaborado hoy con pescados de primera calidad. Es una historia de ingenio y amor por la materia prima que perdura en cada plato.

Preparar un buen bullit de peix es un arte que reside en la calidad de los ingredientes y el respeto por sus tiempos de cocción. No os asustéis, la técnica es más sencilla de lo que parece y el resultado, espectacular. Todo empieza en una buena cazuela de barro, la greixonera. Con un generoso chorro de aceite de oliva virgen extra, en el que se doran ajos laminados, hojas de laurel y tiras de pimiento (verde o rojo). Se añaden tomates troceados y unas hebras de azafrán o una infusión de las mismas. Este es el perfume que despierta totalmente la cocina.
Las patatas son una base indispensable en este guiso, se incorporan cortadas en gajos grandes. Se cubren con un fumet casero hecho con las espinas y cabezas de pescado, y se cocinan hasta que están casi tiernas, absorbiendo todo el sabor del sofrito.
El rey del plato es el pescado, conviene elegir pescados de roca locales. En Ibiza suele utilizarse mero, gallo de San Pedro, cabracho, rape o roja. La clave está en añadirlos a la cazuela en el orden correcto, según su dureza, y cocinarlos el tiempo justo para que queden jugosos y no se deshagan.
Conseguir la perfección en cada textura es clave, es donde la paciencia del cocinero se traduce en el deleite del comensal. El bullit de peix se cocina a fuego lento, sí, pero con atención. No se trata simplemente de que el pescado y las patatas estén cocidos, deben alcanzar esa textura ideal que los hace memorables.
Para el pescado, esto significa que debe estar tierno y jugoso, que se desmenuce con facilidad con un tenedor, pero sin llegar a deshacerse. Seguro que ya tenéis en mente la delicadeza de sus lascas, que conservan su forma y se deshacen en la boca. Un pescado pasado de cocción se vuelve seco y fibroso, perdiendo toda su gracia.

En cuanto a las patatas, el objetivo es que estén suaves y melosas, casi fundiéndose con los jugos del guiso, pero sin convertirse en puré. Deben haber absorbido todo el sabor del caldo, del sofrito y del propio pescado, aportando esa cremosidad tan característica al bocado. Pinchadlas con un tenedor, cuando este entre sin esfuerzo pero la patata mantenga su estructura, habréis dado en el clavo.
Y sí, mientras todo esto sucede, el aroma que desprende vuestra cocina es puro Mediterráneo. Es el incienso de ajo tostado, el dulzor del tomate, la salinidad del mar concentrada en el caldo y, sobre todo, ese perfume único que sólo el buen pescado de roca, al cocinarse lentamente, es capaz de liberar. Ese olor es la promesa del festín que está por llegar, la esencia de Ibiza en vuestro hogar. Es el momento en que sabéis que todo el esfuerzo ha merecido la pena.
En Ibiza, incluso un plato tan tradicional como el bullit de peix genera un pequeño debate: ¿con o sin patatas? Ambas versiones tienen sus defensores. La versión con patatas es más contundente, mientras que la sin patatas permite que el sabor del pescado sea aún más protagonista. La buena noticia es que podéis probar ambas y decidir vuestra favorita.
Más allá de este «dilema patatero», las variaciones suelen depender del tipo de pescado fresco disponible en el mercado y, por supuesto, de los toques personales que cada cocinero quiera darle. En este lado del Mediterráneo, los pescados locales que conseguimos para hacer el bullit son cabracho, rape, mero o escórporas pequeñas.

Comer bullit de peix es un verdadero ritual, una experiencia que se vive en dos deliciosos tiempos
En el primer acto se come el pescado con alioli: Primero se sirve el pescado y las patatas, directamente de la cazuela y con muy poco caldo. La clave aquí es el alioli casero: una salsa densa y potente que se mezcla con el pescado y las patatas en cada bocado, creando una explosión de sabor inigualable. La combinación es adictiva y gloriosa.
En el segundo acto se come el arroz a banda: Con el caldo que queda en la cazuela, se prepara un arroz a banda espectacular. Este arroz, cocinado a la perfección en el mismo caldo que ha absorbido todos los sabores del pescado, se sirve como un segundo plato. La tradición manda comerlo directamente de la paellera, compartiendo entre todos. Es el broche de oro perfecto.
El bullit de peix es una joya de la cocina ibicenca que os invitamos a descubrir y, lo que es mejor, a replicar en vuestra propia casa. Veréis cómo sus aromas y sabores os transportan directamente a las calas de Ibiza, llenando vuestra cocina de ese lujo humilde que solo las grandes recetas saben dar. ¿Os animáis a prepararlo?
Pues quedaos con nosotros, porque muy pronto compartiremos nuestra adaptación peninsular y todos los detalles para preparar ese alioli tan amarillo. Si tenéis vuestro propio truco o vuestro restaurante fetiche para comer bullit de peix, no dudéis en contárnoslo: así esta tradición seguirá viva, bocado a bocado.
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