La edición genética puede mejorar la seguridad alimentaria

En un contexto mundial marcado por las sequías, las temperaturas extremas, los suelos degradados y las enfermedades que amenazan la agricultura, la edición genética puede mejorar la seguridad alimentaria, al ofrecer soluciones rápidas y precisas para obtener cultivos más resistentes, más productivos y más nutritivos. Hay que destacar que a diferencia de los transgénicos, esta tecnología modifica el ADN sin introducir genes de otras especies.

Mejorar los alimentos con la edición genética

En los últimos años se ha hablado mucho sobre cómo alimentar de forma sostenible a una población mundial en continuo crecimiento, mientras se producen problemas como sequías más frecuentes, olas de calor, suelos degradados, eventos climáticos extremos y enfermedades que afectan a los cultivos y a los animales, poniendo continuamente a prueba la estabilidad del sistema alimentario. En este contexto, la edición genética puede mejorar la seguridad alimentaria, una tecnología que cada vez tiene mayor presencia en los debates científicos y públicos, y en los laboratorios.

Son muchas las preguntas que se pueden formular: ¿qué significa exactamente “editar genes”? ¿Cómo se diferencia esta tecnología de los transgénicos? ¿Es segura la edición genética? ¿Qué beneficios concretos puede aportar a la agricultura y a nuestra alimentación? Pero antes de entrar en detalles, conviene explicar de forma sencilla algunos conceptos.

Edición genética significa modificar el ADN de un organismo, pero sin introducir genes de otras especies, algo que sí se hace con los transgénicos. Se trata de un proceso parecido al uso de unas “tijeras moleculares” que cortan una determinada secuencia de ADN para modificarla o eliminarla, según el objetivo. Una técnica muy conocida y de la que hemos hablado varias veces en Gastronomía y Cía es la CRISPR-Cas, que fue desarrollada a partir de un mecanismo natural que usan las bacterias para defenderse de los virus.

Como comentábamos, es diferente a la modificación genética (transgénicos), donde sí se pueden introducir genes de especies diferentes a las que se está trabajando. Esa diferencia ha sido clave para reducir la percepción de riesgo, por eso, muchos países ya empiezan a regular la edición genética de forma menos estricta. Recordemos que en 2018 en Australia se proponía cambiar la normativa sobre edición genética, en otros países, como Estados Unidos, directamente no se regulan las plantas sometidas a la edición genética, al considerar que se trata de una tecnología que no encierra ningún riesgo y cuyos resultados son equiparables a los obtenidos mediante técnicas tradicionales, como el cruzamiento de plantas.

Por cierto, recordemos que la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) publicó en el año 2023 una evaluación sobre el impacto de la edición genética en la seguridad alimentaria, donde concluía que si se usan los protocolos científicos adecuados para evaluar la inocuidad de los alimentos, esta tecnología no requeriría un conjunto de regulaciones por separado. Para esta organización lo importante no es tanto el proceso, sino el resultado final, y es que si un alimento es seguro, debería tratarse como tal y no poner trabas sin fundamento.

CRISPR-Cas para mejorar la seguridad alimentaria

Cultivos alimentarios preparados para un clima cambiante

La agricultura mundial se enfrenta a un dilema, hay que producir más, en menos espacio, con menos agua y con unas condiciones climáticas cada vez más extremas. Es aquí donde la edición genética puede mostrar su potencial, recordemos que con la tecnología de edición genética CRISPR se han desarrollado patatas para que no se oxiden al pelarlas o al ser golpeadas, trigo que produce menos acrilamida durante el horneado, bananas que se mantienen frescas durante 12 horas tras ser peladas o tomates que son fuente de vitamina D.

Con la edición genética se han obtenido cultivos que toleran mejor la sequía, el calor o la salinidad del suelo que afecta a más del 20% de los suelos agrícolas del mundo. Este tipo de avances logran proteger las cosechas, proporcionan estabilidad a la producción, reducen las pérdidas y facilitan que se cultive en entornos que antes se consideraban inviables. En países donde una enfermedad puede destruirlo todo en una temporada de cosecha, esta tecnología supone una diferencia enorme.

La edición genética protege los cultivos y también puede enriquecer los alimentos, como el citado tomate fuente de vitamina D, lo que significa que se pueden obtener frutas, verduras o cereales con más vitaminas, minerales o aminoácidos esenciales sin la necesidad de utilizar suplementos. Por ejemplo, cereales como el trigo que pueden contener más lisina, uno de los 10 aminoácidos esenciales para los seres humanos, es decir, que sólo se pueden obtener a través de la alimentación, no pueden ser sintetizados por nuestro organismo. También se puede citar el trigo que produce menos acrilamida gracias a que la concentración de asparagina en el grano se ha reducido en más de un 90%.

Se pueden obtener hortalizas con mejor sabor y textura, como las hojas de mostaza más dulces y ricas en nutrientes obtenidas por empresas como Pairwise, algo de lo que hablábamos en el post Bayer impulsa la edición genética de hortalizas para mejorar su valor nutricional. En él explicábamos que grandes compañías trabajaban en el desarrollo de tomates enriquecidos con vitamina D3 para poblaciones con baja exposición solar, o en nuevas verduras de hoja que combinan color, sabor y un valor nutricional significativo.

Mejorar calidad nutricional de los alimentos con la edición genética

La edición genética no sólo consiste en mejorar lo que se puede ver en el supermercado, también puede transformar cómo se cultiva, el uso del agua, la cantidad de fertilizante, el uso del terreno de cultivo, la eficiencia, la rentabilidad, etc. Es decir, se pueden desarrollar plantas que usan mejor el nitrógeno, lo que reduce el uso de fertilizantes, árboles frutales con arquitecturas más compactas y por tanto ocupan menos espacio, plantas que florecen antes o durante más tiempo para ampliar la temporada de producción, cultivos que necesitan menos agua, lo que resulta crucial en aquellas regiones del mundo donde cada gota de agua cuenta. Es un conjunto de mejoras que permiten producir más alimentos con un menos impacto ambiental al utilizar menos recursos, producirse menos contaminación y reducir la presión sobre los ecosistemas.

Pero, a pesar de que el potencial es enorme, la edición genética sigue generando debate, algunas organizaciones como Greenpeace expresan preocupación por posibles efectos imprevistos, como la aparición de toxinas o alérgenos no deseados. También existe el temor de que unas pocas empresas acaparen tecnologías esenciales mediante patentes, y quizá este sea uno de los mayores temores.

Los reguladores han reaccionado de formas diferentes ante esta tecnología, la Unión Europea ha flexibilizado sus normativas con algunas variedades de plantas obtenidas con nuevas técnicas genómicas. Estados Unidos, como ya hemos comentado anteriormente, considera que la edición genética (sin introducir ADN externo) no aumenta el riesgo para los consumidores. En Australia se pidieron regulaciones específicas que distinguieran claramente entre la edición y la transgénesis. Lo cierto es que varias agencias, e incluso la FAO, consideran que los análisis de riesgo que ya se aplican a los alimentos tradicionales, son suficientes para evaluar los nuevos alimentos obtenidos por edición genética.

La edición genética mejora la seguridad alimentaria

Pocas tecnologías han avanzado tan rápido como la edición genética (CRISPR), recordemos que mejorar las plantas de forma tradicional (cruzamientos) puede necesitar décadas e incluso generaciones. Tal y como comentan aquí, con la edición genética ese proceso se acelera de forma muy significativa y permite responder a desafíos urgentes, como la aparición de una nueva enfermedad o un déficit nutricional localizado en una región concreta con una rapidez antes no imaginable.

Cultivos mejorados genéticamente

Actualmente, empresas, centros de investigación y organismos internacionales, empiezan a comulgar con la idea de que la edición genética, puede ser una herramienta clave para garantizar que haya suficientes alimentos, más nutritivos y cultivados de una manera sostenible. Por supuesto que quedan algunas preguntas en el aire como, por ejemplo, cómo asegurar la disponibilidad universal de esta tecnología, cómo regularla sin obstaculizar la innovación o cómo comunicar al consumidor lo que se le ofrece de forma transparente.

Pero lo que está claro es que estamos ante una revolución algo silenciosa que ya está transformando los cultivos y que, quizá, podría transformarlo todo. El siglo XXI necesita herramientas para alimentar al mundo sin poner contra las cuerdas al planeta, por lo que la edición genética se muestra como una de las tecnologías más prometedoras para este objetivo.

Crédito imágenes | Depositphotos.com

Gastronomía y Cia - Mar Gavilán y Javier Muniesa

Mar Gavilán y Javier Muniesa

En 2005, fundamos el primer blog gastronómico colaborativo en España, que rápidamente se convirtió en un referente en el ámbito gastronómico. En 2008, dimos un paso adelante y creamos Gastronomía & Cía de manera independiente. Para nosotros, ha sido un sueño hecho realidad combinar nuestras pasiones por la gastronomía, la creatividad y la divulgación. Ahora nuestro objetivo es inspirar, informar, deleitar y conectar con todos los entusiastas de la cocina.

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