Un reciente estudio realizado por investigadores de la Universidad de Plymouth (Reino Unido) ha confirmado por primera vez que los microplásticos y nanoplásticos pueden acumularse en las partes comestibles de los alimentos vegetales. La investigación concluye que estas diminutas partículas plásticas que son prácticamente invisibles al ojo humano, logran atravesar las raíces de los rábanos trasladándose hacia sus tejidos internos, incluyendo el bulbo carnoso que consumimos habitualmente.
En este sentido, los expertos advierten que los nanoplásticos se acumulan en los vegetales y que, como demuestra el estudio que se ha realizado con los rábanos, se trata de un nuevo riesgo para la seguridad alimentaria que hasta ahora se había asociado, sobre todo al ecosistema marino, dejando en segundo plano los cultivos en tierra.
En este trabajo los investigadores diseñaron un experimento con rábanos cultivados por medio de un sistema hidropónico, donde las raíces no carnosas estuvieron en contacto durante cinco días con una solución de nanoplásticos de poliestireno que fueron marcados radiactivamente para su seguimiento. Gracias a esta técnica los científicos pudieron rastrear el movimiento de las partículas dentro de la planta y determinar dónde se acumulaba el material plástico.
Para los expertos, los resultados fueron evidentes, y es que casi un 5 % de los nanoplásticos de poliestireno de la solución fueron absorbidos por las raíces. De esa cantidad, aproximadamente un 25 % llegó hasta el bulbo comestible y un 10 % se acumuló en las hojas de esta especie de la familia Brassicaceae. Los datos demuestran que las plantas retienen estas partículas plásticas en la zona radicular (donde se encuentran las raíces y se absorben los nutrientes del suelo), pero también las transportan hacia las partes que forman parte de nuestra dieta.
El descubrimiento rompe con la idea de que la barrera natural de las plantas conocida como banda de Caspary, capa celular impermeable presente en las raíces de las plantas, cuya función principal es actuar como una barrera selectiva evitando que determinadas sustancias del suelo entren libremente a su sistema vascular, impedía el paso de partículas extrañas hacia los tejidos internos. Según el grupo de investigación, el poliestireno atravesó esta barrera, lo que supone una nueva preocupación para la seguridad alimentaria.
Lo cierto es que el descubrimiento se suma a una creciente evidencia científica sobre la presencia de microplásticos y nanoplásticos en toda la cadena alimentaria. En el año 2016 podíamos saber que expertos del Instituto Noruego de Investigación del Agua, advertían de que los suelos agrícolas podían recibir miles de toneladas de microplásticos anualmente a través del uso de lodos depurados como fertilizantes. Sin embargo y lamentablemente, en aquel momento apenas existían datos sobre cómo estas partículas podían trasladarse a los alimentos vegetales que consumimos.
Posteriormente, en el año 2022, destacábamos un estudio de la Universidad Libre de Ámsterdam, que identificó la presencia de microplásticos en la sangre, la carne y la leche de animales de granja, algo que confirmaba que la contaminación plástica alcanzaba de lleno a la ganadería. Ese mismo año también se publicaron estudios que detectaban la presencia de microplásticos en el torrente sanguíneo humano, vinculándolos incluso a enfermedades cardiovasculares.
El hecho es que ahora, con la evidencia aportada por el trabajo de los expertos de la Universidad de Plymouth, se confirma que los alimentos vegetales también pueden actuar como una vía directa de exposición para los seres humanos. No se trata sólo de mariscos o peces contaminados (recordemos el post El microplástico está presente en todo el pescado y el marisco), sino de productos agrícolas básicos que llegan a diario a nuestras mesas.
Aunque los resultados son bastante significativos, los expertos apuntan que se trata de un estudio de prueba de concepto, es decir, una investigación preliminar diseñada para demostrar si una idea, hipótesis o mecanismo es posible en la práctica. La concentración de nanoplásticos que se utilizó en este estudio fue superior a la que se encuentra habitualmente en los suelos agrícolas, por otro lado, el periodo de exposición a estos materiales fue de apenas cinco días. Pero aun así, la acumulación observada sugiere que en condiciones reales con exposiciones prolongadas y unos suelos contaminados, la presencia de los microplásticos y nanoplásticos en los alimentos vegetales podría ser mucho mayor.
Otro punto a destacar es el hecho de que el trabajo se centró únicamente en el poliestireno, pero no en otros polímeros que podrían comportarse de manera diferente al interactuar con los vegetales. Por esta razón los expertos consideran necesario y urgente ampliar la investigación involucrando a diferentes tipos de plásticos, diferentes tipos de cultivos y en las condiciones de suelo reales.
El descubrimiento no hace más que reafirmar lo que otros estudios ya destacaban y donde se ponía de manifiesto que los seres humanos ingerimos decenas de miles de partículas de microplásticos al año a través de la alimentación y la respiración, y sin saberlo. La pregunta clave sigue siendo cuáles son los efectos para nuestra salud de esta exposición crónica al material plástico, aunque la verdad es que ya empezamos a tener alguna idea. En este sentido os recomendamos leer los siguientes post:
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Los microplásticos y los nanoplásticos podrían alterar la salud intestinal
Los microplásticos y nanoplásticos pueden reducir la efectividad de los antibióticos
Microplásticos y nanoplásticos están presentes en órganos y tejidos humanos
Hasta el momento, la ciencia no ofrece respuestas concluyentes, pero algunos indicios y datos de distintas investigaciones asocian la presencia de estos nanoplásticos en el organismo con procesos inflamatorios, estrés oxidativo e incluso con enfermedades cardiovasculares. Ahora, el equipo de investigación insiste en la necesidad de llevar a cabo nuevos estudios a largo plazo utilizando diferentes cultivos y condiciones, a fin de comprender el alcance del problema y evaluar sus riesgos reales.
Esta investigación marca un antes y un después al confirmar que los alimentos vegetales no están exentos de la huella del plástico, y que nuestro modelo productivo y alimentario podría estar contribuyendo silenciosamente a esta nueva forma de contaminación. Podéis conocer todos los detalles de este interesante estudio a través de este artículo publicado en la página de la Universidad de Plymouth, y de un modo más extenso a través de este artículo publicado en la prestigiosa revista científica Environmental Research.
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