Duplicar la producción alimentaria, ahorrar agua y aumentar la capacidad de almacenaje de carbono es posible

Un estudio muestra que es posible duplicar la producción alimentaria, ahorrar agua y aumentar la capacidad de almacenaje de carbono reorganizando las zonas de producción alimentaria. Los modelos planteados ayudarían a reducir el impacto del cambio climático, mejorar la seguridad alimentaria y tener una mayor disponibilidad del agua.

Cambiar el modelo de producción alimentaria a nivel mundial

Según los resultados de un estudio alemán realizado por el Instituto Tecnológico de Karlsruhe (KIT) y del Instituto de Tecnología de Geoinformation de Heidelberg (HeiGIT) de la Universidad de Heidelberg, duplicar la producción alimentaria, ahorrar agua y aumentar la capacidad de almacenaje de carbono es posible, en teoría y a pesar de que pueda parecer una paradoja. Los expertos comentan que así lo creen en base al potencial biofísico de la Tierra, pero sería necesario llevar a cabo una reorganización del uso del suelo.

Lo cierto es que podemos consultar literatura científica sobre temas similares que corroboran los resultados de este estudio alemán, se puede citar esta investigación del año 2017, en la que se concluía que la redistribución de los cultivos del mundo podría aumentar la producción alimentaria y reducir el estrés hídrico. Otros estudios similares como el realizado por expertos de las universidades de Cambridge, Pekín y Harvard, en el que se concluía que la reubicación de las tierras de cultivo podría revertir el impacto ambiental, y en este más reciente se concluía que la recuperación de tierras de cultivo abandonadas, contribuiría a mejorar la seguridad alimentaria.

El caso es que podemos citar varios estudios sobre este tema o similares y se llega a una conclusión, se está realizando una nefasta gestión del suelo, y esto está pasando factura al abastecimiento mundial de alimentos y a la seguridad alimentaria. En la nueva investigación se apunta que el cambio de uso de la tierra puede aumentar la producción de alimentos y además mejorar la capacidad de almacenaje de carbono, lo que ayudaría a reducir, en cierta medida, los efectos del cambio climático.

En los últimos siglos la producción alimentaria ha cambiado considerablemente, algo que guarda relación con el aumento de la población, la introducción de modelos agrícolas cuyas necesidades no son satisfechas por la zona, la globalización, los intereses del sector de la industria agroalimentaria, etc. Los investigadores explican que los sistemas de producción alimentaria que han sido desarrollados históricamente, no reflejan el potencial biofísico de los ecosistemas del planeta, y es que se producen determinados alimentos en zonas que no son precisamente las más eficientes para producirlos en términos del uso de la tierra, el agua y las emisiones de CO2.

En lugar de cambiar la situación de los cultivos, se opta por la deforestación con el propósito de obtener nuevas tierras de cultivo y pastos, y se convierten en regadíos zonas áridas, lo que deriva en un impacto negativo en la producción, la disponibilidad del agua y la eliminación de un gran volumen de dióxido de carbono de la atmósfera. Los investigadores plantearon algunas preguntas, como por ejemplo, ¿qué ocurriría si los campos, los pastos y la vegetación natural se trasladaran a lugares donde fueran más eficientes? o ¿qué ocurriría si las tierras de cultivo se limitaran a áreas que no requieren riego extensivo?

Cambiar el sistema alimentario actual para reducir el impaccto del cambio climático y aumentar la disponibilidad alimentaria

Para las respuestas a estas preguntas se ha procedido a combinar un modelo dinámico de la vegetación, con un algoritmo de optimización que permitiera un análisis de los escenarios alternativos de uso de la tierra a nivel global y sus impactos. Los expertos explican que optimizar la producción alimentaria en base a los cambios geográficos, aumentaría la producción alimentaria en más de un 8%, y la capacidad de captura del CO2 en aproximadamente un 3%. Se planteó un escenario en el que se optimizó el uso de la tierra para unas condiciones climáticas optimistas, así como un modelo de cambio climático más realista para un futuro a medio plazo (2033 hasta 2042) y a largo plazo (2090 a 2099).

Los resultados de los modelos demuestran que la reorganización de la producción alimentaria por sí sola aumentaría el rendimiento en una media del 83%, la disponibilidad de agua alcanzaría el 8%, y la capacidad de almacenamiento del CO2 en una media del 3%, pero estos incrementos serían mayores si se priorizara a uno de los tres parámetros sobre los otros dos restantes.

Algunas conclusiones interesantes del estudio son que se indica que los bosques tropicales y boreales deberían preservarse o reforestarse, no debiendo utilizar su suelo como tierras de cultivo, ya que tienen una excelente capacidad de almacenamiento de CO2. Las áreas templadas del planeta deberían utilizarse como tierras de cultivo en lugar de zonas de pastos, de ese modo de compensaría la actual pérdida de superficie de bosques tropicales y boreales. Las sabanas y pastizales tropicales y subtropicales deberían usarse para pastos y para la producción alimentaria, asegurando que todo el conjunto de cambios planteados supone un esquema óptimo y estable del uso del suelo.

Como hemos comentado en varias ocasiones, son muchos los expertos que abogan por cambios en la producción alimentaria a nivel mundial, repensando cómo y dónde se producen los alimentos. El estudio es interesante y como ya hemos comentado, va en la misma línea que muchas otras investigaciones, pero el problema es que no parece que haya disposición para llevar a cabo alguno de los cambios propuestos. Podéis conocer todos los detalles de la investigación a través de este artículo publicado en la página de KIT, y en este otro publicado en la revista científica Sustainability Science.

Foto 1 | Jordi Payà

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