El consumo de cafeína, o mejor dicho, de café, es un hábito diario para millones de personas en todo el mundo, algo lógico teniendo en cuenta sus efectos estimulantes y su capacidad para mejorar el estado de concentración. Sin embargo, los efectos de la cafeína en la función cognitiva varían significativamente entre las personas, algo que ha llevado a investigadores de todo el mundo a estudiar la interacción entre la genética y el consumo de cafeína como posible explicación a esas variaciones.
Hoy conocemos un estudio realizado por expertos de la Facultad de Deporte, Ciencias de la Salud y Rendimiento de la Universidad St Mary’s de Twickenham en Londres (Reino Unido), en el que se analiza la relación entre el consumo habitual de cafeína, la genética y el rendimiento cognitivo, arrojando luz sobre cómo las variaciones genéticas pueden influir en la respuesta cognitiva al consumo habitual de cafeína.
La cafeína es una de las sustancias psicoactivas más consumida y estudiada en el mundo, por ello sus efectos en la cognición han sido ampliamente documentados. Estudios anteriores han demostrado que la cafeína mejora funciones cognitivas simples como la memoria, la atención y el tiempo de reacción, sin embargo, los resultados de sus efectos sobre funciones más complejas como la toma de decisiones y la memoria, han sido menos consistentes. Por cierto, recordemos que hace unos meses hablábamos de una investigación en la que se concluía que la cafeína puede provocar cambios en el volumen de la materia gris del cerebro, resultado que planteaba cómo afectaría al sistema cognitivo.
Para estudiar estas discrepancias, los investigadores centraron su trabajo en tres genes clave: CYP1A2, AHR y ADORA2A, variantes genéticas que afectan al modo en el que se metaboliza la cafeína, el grado de sensibilidad que se tiene a esta sustancia y su impacto en algunas funciones cerebrales como la memoria, la atención y la función ejecutiva.
En el estudio participaron 117 personas adultas sanas con edades comprendidas entre los 23 y 64 años, en un primer paso se sometieron a pruebas genéticas y cognitivas, posteriormente se clasificaron en tres grupos en base al consumo regular de cafeína: consumo bajo (0-50 miligramos/día), consumo moderado (51-300 miligramos/día) y consumo elevado (más de 300 miligramos/día). Los investigadores también agruparon a los participantes como «metabolizadores rápidos» o «metabolizadores lentos» de la cafeína según las variantes genéticas antes citadas.
En otro paso, los participantes realizaron unas pruebas que evaluaron diversas áreas cognitivas, la cognición social como el reconocimiento de emociones, la memoria y atención, la función ejecutiva, que incluyó habilidades como la resolución de problemas y el control de los impulsos.
Los resultados evidenciaron interacciones significativas entre los genes y el consumo de cafeína, se determinó que en la cognición social, los metabolizadores lentos obtuvieron mejores resultados en tareas relacionadas con el reconocimiento de las emociones, especialmente entre las personas que consumían dosis elevadas de cafeína. En la función ejecutiva, los metabolizadores rápidos superaron a los metabolizadores lentos en pruebas de esta función, pero se constató que este efecto era más pronunciado entre los consumidores moderados. Los resultados obtenidos muestran que el impacto de la cafeína en el rendimiento cognitivo depende tanto de la cantidad consumida como del perfil genético de las personas.
Otro descubrimiento interesante del estudio es el hecho de que las personas catalogadas como metabolizadores rápidos tienden a consumir más cafeína que los lentos. Los expertos consideran que esto podría explicarse por la necesidad de alcanzar los efectos estimulantes deseados, debido a que metabolizan la cafeína más rápidamente. Sin embargo, esta tendencia también podría estar relacionada con una mayor susceptibilidad a los síntomas de abstinencia, lo que les impulsaría a consumir cafeína con más frecuencia.
La investigación destaca la importancia de una perspectiva personalizada en las recomendaciones sobre el consumo de cafeína, los investigadores comentan que en la actualidad, un gran número de guías nutricionales ofrecen consejos generales sobre el consumo de bebidas con cafeína como el café, pero este enfoque podría ser un error dada la variabilidad genética entre personas. Como ejemplo, comentan que un metabolizador rápido podría beneficiarse de dosis moderadas de cafeína para mejorar la función ejecutiva sin experimentar efectos negativos como insomnio o ansiedad. Por el contrario, un metabolizador lento podría ser más susceptible a sus efectos secundarios incluso si las dosis son reducidas.
El estudio revela resultados prometedores aunque presenta limitaciones, una de ellas es la exclusión de ciertos marcadores genéticos relevantes para el metabolismo de la cafeína, como el SNP CYP1A2 rs762551, los cuales han demostrado ser predictores clave en otros estudios. Por otro lado, el tamaño de la muestra del estudio es relativamente pequeño, por lo que parece evidente que se deberán realizar más teniendo en cuenta otros marcadores genéticos y con una mayor participación.
Parece evidente que la relación entre el consumo de cafeína, la genética y el rendimiento cognitivo es compleja, pero este estudio es una pieza más hacia una mejor comprensión de cómo los factores genéticos influyen en la respuesta a la cafeína. Podéis conocer todos los detalles de la investigación de la Universidad St Mary’s a través de este artículo publicado en la revista científica Journal of Psychopharmacology.
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