¿Cuál es el origen de la lechuga? Porque nos preguntamos muchas cosas que nunca está de más saber (y somos conscientes de que el saber no ocupa lugar). Pero ¿nos interesa más conocer el origen del cachopo, o desde cuándo disfrutamos de las hojas tiernas, crujientes y refrescantes de la lechuga?
Nosotros lo tenemos claro, pues, aunque esta verdura de hoja verde la hemos tenido a nuestro alcance desde que nos la descubrieron nuestros padres, al menos en las variedades más comunes, como la lechuga romana, la hoja de roble, la iceberg, la maravilla… Luego hemos podido ir descubriendo más o menos variedades según nuestro interés.
Personalmente debemos decir que nos interesa conocer todas las variedades de lechuga a nuestro alcance porque nos encanta, pero no sabemos tanto de su origen, principalmente porque no es una información que se promulgue, muy probablemente porque detrás está la mejora genética y la investigación agroalimentaria.
Algunas de las variedades de lechuga que conocemos hoy en día son el resultado de la I+D+I de la industria agroalimentaria. Pero si nos remontamos al principio de todo, ¿de dónde viene realmente la lechuga? ¿Y si os decimos que llevamos miles de años de domesticación y selección artificial que han ido moldeando la lechuga? Algunos de vosotros ya lo sabréis, esta verdura de hoja empezó siendo una maleza amarga y con espinas.
Su historia nos lleva a la cuenca del Mediterráneo y Asia Menor, donde se cree que comenzó a cultivarse hace más de 5.000 años. De hecho, los antiguos egipcios ya la cultivaban, no sólo como alimento, también por sus supuestas propiedades medicinales. Era habitual en los banquetes faraónicos, y hay representaciones en tumbas que muestran cómo la lechuga era parte de su alimentación. Se dice que la relacionaban con la fertilidad debido a que su savia blanca recordaba a sustancias que también se utilizaban con fines rituales y terapéuticos.
Más tarde, los griegos y los romanos la adoptaron y popularizaron en su gastronomía. Hipócrates, el padre de la medicina, ya hablaba de sus beneficios digestivos y calmantes, y los romanos la consumían antes de las comidas para preparar el estómago, lo contrario de lo que hacemos hoy, que suele servirse como entrante o acompañamiento. De hecho, la lechuga romana, que aún se cultiva y consume ampliamente, debe su nombre precisamente a los romanos.
Con la expansión del Imperio Romano, la lechuga viajó por toda Europa y fue evolucionando mediante el cultivo selectivo hasta dar lugar a distintas variedades. En la Edad Media, se siguió cultivando en los huertos monacales, donde los monjes la consideraban un remedio natural para el insomnio y otros males.
El verdadero auge de la lechuga llegó con la expansión de la agricultura en el Renacimiento y, más tarde, con su introducción en América tras la llegada de los europeos. Desde entonces, su cultivo no ha parado de crecer, y en la actualidad es una de las hortalizas más consumidas en el mundo.
Hoy nos encontramos con un abanico inmenso de variedades de lechuga, desde la clásica romana a la crujiente iceberg que tan a menudo es criticada por su escaso sabor, pero su virtud es la textura. También nos encantan variedades como la mantecosa hoja de roble, la sofisticada lollo rosso, la suave batavia y muchas más. Algunas han sido desarrolladas en los últimos siglos mediante cruces y selección, mientras que otras han mantenido su esencia original durante milenios.
Así que, aunque no solemos pensar en su historia cuando preparamos una ensalada, la lechuga ha recorrido un largo camino antes de llegar a nuestro plato. Lo que antes era un alimento de élites, faraones y emperadores, hoy es una verdura cotidiana que sigue reinventándose, pero que en esencia sigue siendo la misma: fresca, ligera y, dependiendo de la variedad, con mucho más sabor del que solemos apreciar.
Nos puede parecer que la lechuga es algo cotidiano, pero no hay que obviar que detrás de cada hoja, de cada cogollo, hay siglos de historia, viajes y evolución. Lo que un día fue una planta silvestre amarga y espinosa, hoy es la base de ensaladas frescas, la guarnición perfecta y en muchas culturas un alimento imprescindible. La lechuga es una verdura con carácter (humilde pero con carácter), con siglos de tradición y con mucho más que ofrecer de lo que solemos imaginar, aunque la consumamos a diario. ¿O creéis que le habéis sacado todo el provecho?
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