
Hoy conocemos un nuevo estudio desarrollado por expertos de la Universidad Atlántica de Florida (Estados Unidos), en el que se concluye que el consumo elevado de alimentos ultraprocesados aumenta la inflamación silenciosa en el organismo, proceso interno que no causa síntomas inmediatos ni dolor, pero que debilita progresivamente la salud favoreciendo la aparición de enfermedades cardiovasculares, diabetes, cáncer y otros trastornos graves.
Como ya hemos explicado en otras ocasiones, los alimentos ultraprocesados son productos alimenticios industriales que integran en su composición ingredientes artificiales como los colorantes, los conservantes, los saborizantes o las grasas modificadas. Estos alimentos han sido sometidos a procesos industriales con el objetivo de alargar la vida útil, hacerlos más atractivos y reducir los costes de producción. Dichos procesos pueden ser el refinado y extracción, la extrusión y moldeado, la hidrogenación y fritura industrial, etc. Algunos ejemplos comunes son los refrescos, las galletas, los cereales para el desayuno, y las comidas rápidas y listas para el consumo.
Este tipo de productos pueden ser prácticos y tener una amplia vida útil, pero tienen un valor nutricional reducido y suelen estimular un consumo excesivo por ser menos saciantes. Como explicábamos recientemente en el post Cómo afectan los alimentos ultraprocesados a la fertilidad masculina, el consumo de alimentos ultraprocesados ha crecido de forma significativa en todo el mundo, en países como Reino Unido, Estados Unidos, Canadá o Australia, suponen más del 50% de la energía diaria ingerida, de ahí que cada vez se realicen más investigaciones relacionadas con su ingesta y sobre cómo afectan al organismo
Pero antes de seguir, es interesante saber que quiere decir ‘inflamación silenciosa’. Como sabemos, la inflamación es una respuesta natural de nuestro organismo frente a las infecciones o las lesiones, sin embargo, en la denominada inflamación silenciosa o crónica de bajo grado, el organismo mantiene una reacción inflamatoria de forma constante, aunque no es percibida por quien la padece porque no existen síntomas claros.
En este estado “silencioso” se produce un desgaste interno que afecta a las arterias, favorece la acumulación de placas ateroscleróticas formadas por grasas y colesterol, depósitos de calcio, restos celulares, células inflamatorias, etc., que pueden provocar infartos, dificultar que la insulina cumpla su función y debilitar el sistema inmunológico. Por ello, se considera a este tipo de inflamación un enemigo invisible que actúa a lo largo de los años hasta provocar enfermedades graves.

En la investigación, los expertos analizaron los datos de 9.254 adultos a través de la encuesta nacional NHANES (National Health and Nutrition Examination Survey). Se trata de una encuesta de salud y nutrición que se realiza de manera periódica en Estados Unidos desde la década de los años sesenta, recogiendo información sobre la alimentación y la salud, realiza análisis de sangre y orina, entrevistas detalladas a los participantes, etc. Los expertos se centraron en la medición de la proteína C reactiva de alta sensibilidad (hs-CRP) para medir la inflamación, marcador que es producido por el hígado y que refleja inflamación crónica.
Los participantes del estudio se agruparon según la proporción de calorías que ingerían procedentes de los alimentos ultraprocesados: grupo 1 (0–19%), grupo 2 (20%–39%), grupo 3 (40%–59%) y grupo 4 (60%–79%). En promedio, los alimentos ultraprocesados representaban el 35% de la dieta diaria. Tras ajustar diferentes variables como la edad, la obesidad, el tabaquismo y la actividad física, se obtuvieron los siguientes resultados:
El grupo 2 tenía un aumento del 7% sin significación estadística, el grupo 3 tenía un 14% más de riesgo, incluso mayor que el grupo 4, y el grupo 4 tenía un 11% más probabilidades de tener una inflamación elevada. Más de una cuarta parte de los participantes del estudio tenían unos niveles elevados de proteína C reactiva de alta sensibilidad, lo que para los investigadores confirma la magnitud del problema.
La investigación determinó que algunos grupos presentan un riesgo mucho más elevado, por ejemplo, el segmento de adultos con edades de 50 a 59 años tiene un 26% más riesgo que los jóvenes de 18 a 29 años. Las personas que padecen obesidad, tienen hasta un 80% más riesgo que las personas que tienen un peso saludable. Los fumadores tienen un 17% más riesgo en comparación con quienes nunca han fumado. Por cierto, los investigadores destacan el hecho de que la falta de actividad física, no se haya asociado de manera significativa con la inflamación, algo que refuerza el papel decisivo que tiene la alimentación.

Es importante actuar cuanto antes, ya que la inflamación silenciosa es un factor clave en algunas enfermedades que no aparecen de la noche a la mañana, sino tras años de sufrir un daño acumulativo. Por otro lado, algunos estudios realizados en otros países concluyen que el efecto inflamatorio de los alimentos ultraprocesados no depende sólo del peso corporal, también de la propia composición química de estos productos alimenticios y en este sentido, os recomendamos leer el post ¿Qué son los alimentos súper ultraprocesados y por qué preocupan a la ciencia?
Se está comparando la actual situación con la historia del tabaco, ya que a pesar de que las evidencias de daño eran claras, han tenido que pasar décadas antes de que se introdujeran políticas para frenar el consumo de tabaco. Con los alimentos ultraprocesados ocurre algo similar, y es que las grandes compañías alimentarias tienen una enorme influencia, lo que retrasa cambios en el etiquetado de los alimentos, en la regulación de los aditivos o en la promoción de alternativas alimentarias más saludables.
El grupo de investigación recomienda a la comunidad médica y a los profesionales de la salud que hablen directamente con sus pacientes acerca de los riesgos de una dieta basada en alimentos ultraprocesados y que intenten fomentar el consumo de alimentos frescos y poco procesados como frutas, verduras, legumbres, cereales integrales, pescado y carnes magras. La conclusión del estudio es evidente, cuantos más productos ultraprocesados consumimos, mayor es la inflamación silenciosa que está dañando a nuestro organismo sin que lo notemos, por lo que reducir su consumo no es sólo una elección alimentaria, es una verdadera medida de prevención para proteger la salud a largo plazo.
Podéis conocer todos los detalles de la investigación a través de este artículo publicado en la página de la Universidad Atlántica de Florida, y en este otro publicado en la revista científica The American Journal of Medicine.
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