El consumo de comida basura en la adolescencia perjudica al desarrollo del cerebro y la memoria a largo plazo

Un nuevo estudio concluye que el consumo de comida basura en la adolescencia afecta al desarrollo del cerebro y la memoria a largo plazo. El trabajo se ha realizado con roedores de laboratorio y los expertos creen que los resultados se pueden extrapolar a los seres humanos, pero queda mucho por investigar y analizar.

Consecuencias de abusar de la comida basura

Según un estudio realizado por investigadores de la Universidad del Sur de California, el consumo de comida basura en la adolescencia perjudica al desarrollo del cerebro y la memoria a largo plazo. Lo cierto es ya hace años que se asocia este tipo de comida con problemas de salud mental, de hecho, en el año 2008 la investigadora Susanne Akterin del Instituto Karolinska (Suecia) concluía que la comida basura se asociaba al riesgo de sufrir Alzheimer, y posteriores investigaciones como la presentada en 2022, demostraban la relación entre la mala alimentación y el Alzheimer.

En este caso, la investigación se ha centrado en lo que podría significar el consumo de comida basura en los adolescentes, cuando el cerebro está desarrollándose de forma significativa. Los expertos han analizado el consumo de una dieta occidental cargada de grasas y azúcares, como la que proporcionan los menús que se pueden adquirir en los establecimientos de comida rápida.

Pero la investigación no ha analizado lo que ocurre en el cerebro de los adolescentes, se han utilizado roedores de laboratorio a los que se les proporcionó una dieta rica en grasas y azúcares para conocer el impacto que tienen en los niveles de acetilcolina, un neurotransmisor cuya finalidad es mediar en la actividad sináptica del sistema nervioso (comunicación entre neuronas). Posteriormente sometieron a los roedores a pruebas de memoria para determinar un vínculo entre la dieta y la capacidad de memoria.

En el estudio se ha trabajado con dos grupos de roedores, uno al que se le proporcionó la dieta rica en grasas y azúcares, y otro que actuó como grupo de control. Los roedores fueron sometidos a diferentes pruebas de memoria, se analizaron las respuestas cerebrales de los roedores y sus niveles de acetilcolina. Posteriormente, se examinaron post-mortem los cerebros para determinar si existían signos de niveles alterados de acetilcolina.

Los expertos explican que la prueba de memoria consistió en dejar que los roedores exploraran nuevos objetos en diferentes lugares de un espacio, días después volvieron a introducir a las ratas en un espacio casi idéntico al primero, salvo por la introducción de un nuevo objeto. El primer grupo de roedores mostró signos de no recordar qué objeto habían visto anteriormente ni dónde estaba, por el contrario, el grupo de control mostró familiaridad con los objetos.

El consumo de comida basura afecta a la memoria

La señalización de acetilcolina ayuda a codificar y recordar eventos, algo análogo a la memoria episódica en los humanos, uno de los dos componentes de la memoria declarativa que permite recordar lugares, momentos, emociones y detalles de un contexto en determinados momentos del pasado que se pueden evocar de forma muy nítida. Los investigadores comentan que esta señalización no parece desarrollarse en los roedores que consumieron una dieta rica en azúcares y grasas.

En otra etapa del estudio, los expertos examinaron si el daño a la memoria en los roedores del primer grupo podría revertirse con fármacos que permitan la liberación de la acetilcolina, descubriendo que el tratamiento administrado directamente al hipocampo (estructura que se localiza en el lóbulo temporal del cerebro, muy relacionada con los procesos de aprendizaje y memoria y que se ve alterada en la enfermedad de Alzheimer), restauraba la capacidad de memoria de las ratas.

En todo caso, queda mucho por investigar y muchas pruebas y ensayos que llevar a cabo para determinar cómo se pueden revertir los problemas de memoria asociados a una dieta de comida basura en la adolescencia. Podéis conocer más detalles de la investigación en la página de la Universidad del Sur de California y en este artículo de la revista científica Brain, Behavior, and Immunity.

Fotos | Depositphotos

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