Los nanoplásticos y microplásticos son un factor de riesgo potencial para la salud del corazón

Una nueva investigación demuestra por primera vez, que los nanoplásticos y microplásticos son un factor de riesgo potencial para la salud del corazón. Al parecer, se ha detectado la presencia de estos materiales en las placas ateroscleróticas, favoreciendo su inflamación y facilidad de rotura, por lo que se incrementa en dos veces el riesgo de sufrir un ataque cardíaco, un accidente cerebrovascular, etc.

Los microplásticos acceden al organismo humano y son un factor potencial de riesgo para sufrir un accidente cerebrovascular

Un grupo de investigadores dirigido por la Universidad de Campania Luigi Vanvitelli (Italia), ha dado a conocer los resultados de un nuevo estudio en el que se concluye que los nanoplásticos y microplásticos son un factor de riesgo potencial para la salud del corazón, con efectos perjudiciales hasta la fecha desconocidos. Se trata del primer estudio que muestra que el plástico está presente en las placas ateroscleróticas, depósitos grasos en las arterias con exceso de partículas de lipoproteína de baja densidad, siendo una prueba irrefutable de su peligrosidad.

Recordemos que los microplásticos y nanoplásticos están presentes en la sal, en el pescado y el marisco, en el agua embotellada, en la carne y la leche de los animales productores de alimentos… De hecho, las investigaciones muestran que las partículas plásticas están presentes en todo tipo de alimentos. En este sentido, merece la pena retomar la lectura de este post en el que hablábamos de una investigación canadiense cuya conclusión mostraba que los seres humanos consumimos como mínimo entre 39.000 y 52.000 partículas plásticas al año.

Sobre la relación nanoplásticos, microplásticos y salud humana hay varias investigaciones relevantes que merece la pena tener presentes, en su momento expertos de la Universidad Estatal de Arizona señalaron que estos materiales estaban presentes en órganos y tejidos humanos, otro estudio de la Universidad Libre de Ámsterdam concluía que las partículas de plástico accedían al sistema sanguíneo, por lo que no es de extrañar que el trabajo de los investigadores de la Universidad Estatal de Florida (Estados Unidos) pusiera de manifiesto que los microplásticos y nanoplásticos afectaban a las células pulmonares humanas cambiando su forma y causando la desaceleración de su metabolismo.

Todos estos descubrimientos y los que están por llegar no dejan en buen lugar conclusiones como las de la EFSA (Agencia de Seguridad Alimentaria de la Unión Europea), que determinaba que era poco probable que microplásticos y nanoplásticos afectarán a la salud de los consumidores, o la conclusión de la OMS (Organización Mundial de la Salud), que concluía que estos materiales plásticos no suponían un riesgo para la salud. Es probable que en próximas revisiones y contando con los resultados de las nuevas investigaciones científicas, las conclusiones varíen, como ya ha ocurrido en otras ocasiones con otras sustancias y materiales.

Volviendo al estudio, los expertos comentan que en estudios preclínicos se ha sugerido que los microplásticos y nanoplásticos son un factor de riesgo potencial de enfermedad cardiovascular, pero faltaban evidencias directas y por primera vez se ha constatado la relación proporcionando una prueba sin precedentes de su peligro. Los resultados muestran que a causa de la contaminación por microplásticos, las placas ateroscleróticas están más inflamadas de lo normal, por lo que se pueden romper con más facilidad, incrementándose por dos el riesgo de ruptura y problemas cardíacos, accidentes cerebrovasculares y mortalidad.

Nanoplásticos y microplásticos en las placas ateroscleróticas.

Hay que decir que este riesgo es independiente de otros factores también de riesgo cardio-cerebrovascular como, por ejemplo, eventos cardiovasculares previos, la edad, el sexo, el tabaquismo, el índice de masa corporal, el nivel de colesterol, la presión arterial o los valores de azúcar en sangre. Además, los resultados muestran que se produce un aumento significativo de los marcadores inflamatorios en presencia de estos materiales.

En el estudio participaron 257 personas mayores de 65 años que fueron sometidas a un procedimiento quirúrgico para extraer las placas ateroscleróticas, y posteriormente proceder al análisis con un microscopio electrónico para buscar la posible presencia de microplásticos. Según los resultados, las placas ateroscleróticas integran nanoplásticos y microplásticos como el polietileno, que se ha detectado en un 58% de los casos, o el PVC (cloruro de polivinilo), detectado en un 12’5% de los casos. Estos dos materiales plásticos son utilizados en todo tipo de productos y son los más consumidos en el mundo.

Los investigadores explican el mecanismo de daño causado al corazón por los microplásticos, comentan que el efecto proinflamatorio podría ser una de las razones por las que estos materiales provocan una mayor inestabilidad de las placas ateroscleróticas, por lo que se incrementa el riesgo de rotura y de originar trombos que derivan en infartos y accidentes cerebrovasculares. En su momento, los datos obtenidos en experimentación con animales demostraron que los microplásticos podían promover el estrés oxidativo y la inflamación en las células del endotelio que recubren los vasos sanguíneos, así como la alteración del ritmo cardíaco. El nuevo estudio ha mostrado por primera vez una asociación en los seres humanos, que la presencia de microplásticos y nanoplásticos incrementa el riesgo cardiovascular, y aunque no se ha investigado el origen de estos materiales, es probable que la alimentación sea uno de los principales canales de acceso al organismo.

La investigación es interesante y se suma a toda la documentación científica que demuestra que hay que tener presente el riesgo para la salud por la presencia de microplásticos en el organismo. Podéis conocer todos los detalles de la investigación a través de este artículo publicado en la página de la Universidad de Campania Luigi Vanvitelli, y en este otro publicado en la revista científica The New England Journal of Medicine.

Foto 1 | Universidad de Campania Luigi Vanvitelli
Foto 2 | Todd Morris

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