
El debate sobre la relación entre el flúor en el agua y la salud cognitiva ha generado polémica durante muchos años, y la razón en gran parte se debe a la información incompleta o extrapolada de contextos, donde los niveles de exposición eran extremadamente altos. Un nuevo estudio estadounidense que ha sido publicado en la revista científica Science Advances, basado en datos reales recopilados a lo largo de más de 40 años, proporciona una de las evidencias más sólidas hasta la fecha, siendo especialmente relevante para países como España, donde el uso del flúor en el suministro público de agua es desigual y a menudo cuestionado.
En el estudio se realizó un seguimiento a 57.960 estudiantes desde su adolescencia hasta que aproximadamente cumplieron los 60 años. Lo innovador de este trabajo es que no evalúa situaciones de toxicidad, sino los niveles reales de flúor en el agua potable dentro de los rangos recomendados (de 0,7 a 1,2 miligramos por litro). Para ello, los investigadores recopilaron datos académicos, pruebas cognitivas, registros históricos de adición municipal de flúor y presencia natural de flúor en los acuíferos.
El diseño del estudio realizado por expertos de la Universidad de Minnesota, permite responder con una base sólida a una pregunta clave, ¿afecta el flúor en niveles normales al desarrollo cognitivo? Según los resultados, la respuesta es sí, mejora el rendimiento académico y sin ningún perjuicio para el cerebro. Los datos muestran que los adolescentes expuestos a niveles recomendados de flúor, obtuvieron mejores puntuaciones en matemáticas, lectura y vocabulario, aunque hay que decir que se trata de una mejora moderada que ronda el 7%.
Al cumplir los 60 años, quienes crecieron con agua que contenía flúor también mostraron mejores resultados cognitivos, aunque la diferencia apreciada ya no alcanzaba significación estadística. Hay que apuntar que en ningún caso, se observó una asociación entre el flúor en los niveles recomendados y un menor rendimiento intelectual, algo contrario a su asociación con efectos adversos en el desarrollo neurológico por la exposición durante el embarazo y la infancia.
Los expertos destacan que las investigaciones que asociaban el flúor con un coeficiente intelectual bajo, se realizaron en regiones donde el agua contenía niveles muy superiores a los establecidos por las agencias reguladoras, en algunas ocasiones con un contenido que superaba los 9 miligramos por litro, algo que no ocurre en los países desarrollados. Aplicar los resultados obtenidos de esos estudios a contextos como el europeo o el estadounidense, ha provocado que se genere un temor injustificado.

Durante años, ciertos estudios realizados en áreas rurales de China, India o Irán, mostraron déficits cognitivos en los niños expuestos a cantidades de flúor muy por encima de los niveles recomendados. Los expertos aseguran que estos trabajos no son representativos, no se controlaban adecuadamente las variables socioeconómicas o ambientales, y analizaban unas exposiciones que eran decenas de veces superiores a la exposición de los sistemas de potabilización occidentales. Las revisiones más recientes demuestran que por debajo de 1,5 mg/l, no existe evidencia alguna de daño cognitivo.
En España la situación es muy distinta a la de la estadounidense, en la mayor parte de nuestro país no se añade flúor al agua de manera sistemática. En regiones como Cataluña sí se aplica la adición parcial de este mineral, mientras que en comunidades como la valenciana o en Murcia, algunos recursos hídricos contienen de forma natural niveles de flúor más elevados.
A escala nacional, el promedio de flúor natural suele situarse entre 0,1 y 0,4 mg/l, por debajo del umbral considerado óptimo para prevenir, por ejemplo, la caries. Esto implica dos cosas importantes, la exposición media española es baja y muy inferior a la de Estados Unidos. Las preocupaciones en España no vienen tanto del exceso, sino de la falta de este mineral en áreas con alta incidencia de caries, especialmente entre la población infantil. De hecho, en nuestro país se constatan cifras de caries infantil, superiores a las de países donde se añade flúor, como Estados Unidos, Canadá, Nueva Zelanda o Irlanda.
A la luz de la nueva evidencia científica, quizá el Ministerio de Sanidad podría replantear su estrategia respecto al flúor, sobre todo al comprobar, según el estudio, que el riesgo cognitivo asociado a niveles recomendados de flúor es nulo. Teniendo en cuenta que la desigualdad socioeconómica afecta a la salud dental infantil, enriquecer el agua con flúor sería una de las medidas más rentables y equitativas en el área de la prevención. En zonas rurales con niveles muy bajos de este mineral, enriquecer con flúor podría reducir la caries infantil sin comprometer la salud neurológica, pero, eso sí, realizando los controles oportunos, con transparencia y con campañas informativas para evitar que la desinformación genere rechazo social.
El estudio que podéis leer en este artículo de Science Advances, es por el momento el estudio de referencia de mayor solidez sobre la relación entre flúor y cognición. Para los expertos, los datos no dejan lugar a dudas, el flúor en niveles recomendados no perjudica al cerebro y puede asociarse con un mejor rendimiento académico durante la adolescencia.
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