
El problema del sello MSC en el atún vuelve a ocupar titulares y lo hace con una contundencia que obliga a revisar todo lo que creíamos saber sobre esta certificación. En 2017 escribimos acerca del sello azul del Marine Stewardship Council (MSC), destacando su aparente rigor científico y su compromiso con la sostenibilidad. Hoy, sin embargo, la información publicada por organizaciones como Foodwatch, muestran un panorama muy diferente, prácticas industriales, diferentes especies amenazadas por capturas incidentales y un etiquetado que lejos de garantizar una pesca responsable, sostenible o ecológica, parece ocultar operaciones que siguen dañando gravemente los océanos.
Una nueva investigación denuncia sobrepesca y un grave impacto ambiental y sus datos no se deben ignorar. El trabajo realizado por la organización de consumidores Foodwatch apunta que el sello MSC no está evitando la sobrepesca ni frenando el uso de métodos de captura destructivos.
En una sola flota certificada por MSC, concretamente seis barcos atuneros dirigidos por la compañía pesquera Echebastar que operaba en el Índico, se documentaron en el año 2022 cifras de capturas que, para Foodwatch, son extremadamente preocupantes: 70 tiburones oceánicos de puntas blancas en peligro crítico, 4.486 tiburones sedosos, especie que se clasifica como vulnerable, ocho tortugas marinas, tres mantarrayas y dos tiburones ballena, todos son animales amenazados y protegidos.
Hablamos sólo de los casos documentados, la cifra real podría ser mucho mayor. Por otro lado, estos datos desmienten cualquier percepción de que se trata de “incidentes aislados”, y es que claramente no lo son, suponen un patrón de pesca industrial que sigue teniendo un enorme impacto ambiental que deja en agua de borrajas al sello ‘sostenible’.
Atún certificado y atún sobreexplotado en la misma red de pesca
La investigación también demuestra que algunas flotas certificadas están llevando a cabo un doble negocio con sus capturas, ya que en las mismas operaciones donde se pesca el atún listado (Skipjack), especie que recibe el sello azul MSC y que termina en las latas de conservas etiquetadas como sostenibles, también se captura atún patudo (Bigeye), una especie que está sobreexplotada.

Con esto, el sello azul se convierte en la coartada perfecta, una parte de la pesca se certifica y se rentabiliza como sostenible, mientras otra parte obtenida de forma simultánea y con el mismo impacto ambiental, aumenta los beneficios económicos para las empresas y sin ningún control. Es difícil no ver aquí un claro caso de falsificación de los beneficios ambientales.
Otro de los puntos clave de la investigación apunta directamente al uso masivo de los denominados FADs (Fish Aggregating Devices) o dispositivos de concentración de peces. Se trata de estructuras flotantes fabricadas en su mayoría de plástico, que atraen al atún que se desea capturar, pero también a especies de peces que no han alcanzado el tamaño adulto, especies sobreexplotadas y otros animales marinos protegidos.
Algunos datos que muestra el informe: En el año 2022 el 54 % del atún Skipjack capturado en el Océano Índico procedía de redes lanzadas alrededor de dispositivos de concentración de peces, el 97 % del atún de aleta amarilla capturado con este sistema era inmaduro y antes de haber podido reproducirse. Foodwatch explica que entre el año 2007 y el año 2021 se liberaron 1’41 millones de FADs en el mundo, un 37 % de ellos actualmente se encuentra a la deriva, es decir, se trata de basura marina que se hunde, rompe hábitats o llega a las costas.
A pesar de los datos, la organización MSC sigue certificando flotas pesqueras que operan con estas malas prácticas, otorgando incluso sellos clasificados como provisionales a empresas que prometen que en un futuro adoptarán las mejoras oportunas para la pesca sostenible, pero lo cierto es que la sostenibilidad no es un tema que funciona a través de promesas. Por tanto y tras leer esta investigación, podemos pensar que es difícil confiar en esta certificación.
En los últimos años, investigadores y organizaciones ambientales han apuntado graves fallos en los criterios del Marine Stewardship Council. Hasta ahora la certificación había resistido estas críticas, probablemente gracias a su enorme presencia en los supermercados y por esa supuesta reputación como estándar de referencia. Pero la creciente evidencia y el descontento de los consumidores, ya están debilitando esa confianza y más con investigaciones como la que ha presentado Foodwatch.
La organización de consumidores propone un planteamiento simple y determinante, si los consumidores dejan de confiar en el sello azul y expresan públicamente su rechazo, las marcas y los distribuidores no querrán asociarse a un distintivo que está siendo cuestionado. En ese escenario el MSC, no tendrá más opciones que revisar sus criterios y actuar en consecuencia y de forma real, es decir, cambiar su modelo de trabajo.

Como decíamos, no podemos evitar recordar que hace ocho años hablábamos del MSC como una iniciativa necesaria, seria, respaldada por auditorías científicas, con trazabilidad y unos estándares alineados con organismos como la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) e ISEAL Alliance. En aquel momento parecía una herramienta fiable para orientar al consumidor hacia una compra responsable y para impulsar a las pesquerías hacia la mejora continua.
Pero las certificaciones, como cualquier sistema, necesitan una vigilancia constante, revisiones periódicas y transparencia, y si no evolucionan al ritmo de los problemas reales, corren el riesgo de quedarse atrás o convertirse en un argumento de marketing que oculta profundos impactos medioambientales. Actualmente las investigaciones demuestran que el MSC ha permitido que las prácticas pesqueras industriales dañinas se cuelen y se amparen en su certificación. Foodwatch explica que no se trata de una acusación de poco peso, ya que afecta directamente a los océanos, a la biodiversidad, a las especies protegidas y, por supuesto, al futuro del consumo de pescado.
Foodwatch solicita medidas claras al MSC: Retirar la certificación a las flotas que utilizan FADs flotantes por su grave impacto en las captura incidentales y la sobrepesca, endurecer los criterios para garantizar que sólo métodos realmente sostenibles puedan certificarse y evitar que el sello sea un escudo para la pesca industrial poco responsable. En definitiva, se pide que se recupere lo que en su día el sello azul prometía.
La organización pide a los consumidores que cuestionen públicamente la certificación, que apoyen esta campaña de recogida de firmas y que exijan transparencia y responsabilidad real.
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