Hace bastantes años, comer tomates se asociaba a la llegada del verano, al consumo de una fruta en su plenitud, llena de sabor, aroma, jugosidad… lo que podemos denominar auténticos tomates. Desgraciadamente, este producto que recordamos como algo natural y al alcance de todos años atrás, actualmente sólo podemos encontrarlo en la agricultura ecológica y en las pequeñas producciones, y no es el tomate consumido por la mayoría de la población. A pesar de ello nos encontramos en El mundo de Tomatilandia, podemos encontrar una gran variedad de tomates durante todo el año con un aspecto visual magnífico, pero sin cualidades organolépticas. Para quienes no han realizado comparaciones e identifican este tipo de tomates como los habituales, es un gran contraste poder disfrutar de auténticos tomates de temporada.
En las últimas décadas la producción intensiva se ha hecho con el mercado, compramos tomates insulsos, carne dura, sin apenas zumo ni olor, se podrían comparar con pelotas de tenis. A esto hay que añadir la carga de pesticidas, productos fitosanitarios, etc. Este tipo de tomates podemos encontrarlos a precios económicos y como decíamos, durante todo el año. De todo esto trata el libro de Barry Estabrook, Tomatilandia (Tomatoland), una publicación que nos explica cómo la agricultura intensiva e industrial ha logrado ensombrecer al verdadero tomate en pro de la rentabilidad. Perdemos calidad alimentaria y el disfrute del auténtico sabor de los tomates y de muchos otros alimentos en general, dado que este caso se puede extrapolar a otros productos.
Barry Estabrook es un apasionado de los alimentos con sabor genuino o alimentos ecológicos, le gusta producir todo tipo de alimentos para el consumo familiar, actualmente forma parte del consejo asesor de Gastronomica (The Journal of Food and Culture), escribe artículos para periódicos como el New York Times o el Washington Post, intentando llamar la atención del consumidor sobre los productos genuinos o ecológicos, que ahora se consideran gourmet, pero que antaño eran tradicionales. Barry Estabrook nos habla de los cultivos intensivos de tomate en Estados Unidos y de cómo este producto ha sufrido una gran transformación, además de los aspectos destacados, hay que citar las mejoras genéticas, la gran cantidad de fertilizantes utilizados para que en un terreno se puedan multiplique por cinco la producción o la mano de obra barata para rentabilizarlas.
El mundo de Tomatilandia encierra una “esclavitud moderna”, la productividad y la rentabilidad son dos condicionantes para ello, el resultado es que se puede disfrutar de tomates todo el año, tomates de invierno adquiridos en el supermercado, sea como producto fresco o como parte de los alimentos de quinta gama. El libro de Barry Estabrook denuncia tanto la calidad de esta fruta como el sistema de producción utilizado realizando un énfasis especial en lo que respecta a las condiciones de trabajo de Tomatilandia. Para el autor hay esperanzas, ya que algunos agricultores se abocan a producir los genuinos tomates de antaño en un sistema laboral justo y honesto, el resultado es que poco a poco los estadounidenses logran redescubrir el auténtico tomate y no les importa pagar un poco más por un producto de calidad que forma parte de la alimentación ecológica, producido de forma respetuosa con el medio ambiente y respetando las condiciones laborales.
Retomando los contenidos de Tomatoland (Tomatilandia), además de las reflexiones de Barry Estabrook, en este libro se presenta a cada persona o eslabón de la cadena productiva del mundo del tomate, se realiza una exposición de los actuales sistemas productivos de la agroindustria y el precio que paga la sociedad por ello. En un mundo en el que la alimentación de calidad poco a poco gana terreno, su lectura será posiblemente interesante.
Sabemos que el libro ha recibido muy buenas críticas y así se muestra en Politics of The Plate, todo lo relatado se puede trasladar a los sistemas productivos de otros países, recuperar el gusto y la pasión por los alimentos de calidad es volver a esperar que llegue el verano para disfrutar del tomate, o de la plenitud de cualquier alimento de temporada y a ser posible de proximidad.
Esperamos que este libro sea traducido y comercializado en España, a través de este enlace podréis conocer más detalles sobre su mensaje.
4 comentarios
Me parece mentira que todavia se hable de cultivos intensivos sin saber de que va el rollo, soy de Almeria, y aqui no se utilizan pesticidas como si se utilizan en otros lugares, del pais, aqui casi todo es lucha biologica, nuestro cultivo intensivo es gracias a nuestras muchas horas de sol y el viento, nuestros productos son mas caros y de mejor calidad que los de Marruecos y si en España no empezamos a defender lo nuetro como dejar de comprar productos de fuera apañados vamos. En mi casa no entra un platano que no se de Canarias, ni un mejillon que no se gallego asi que a cundir el ejemplo que esto lo tenemos que mejorar nosotros.
Y qué hacemos si la gente queremos comer tomate todo el año?
Esta producción intensiva, no solo de tomate si no de la mayor parte de las hortalizas susceptibles de producir en invernaderos con ambiente controlado, es la parte final de una cadena que abarca desde la producción de semillas hasta los fitosanitarios utilizados. Da de comer a mucha gente en esa cadena y no importa el producto.
Si nos planteáramos consumir solamente productos de temporada, no tendríamos estos problemas.
Gracias por darnos noticia de este libro.
Yo veo dos grandes problemas. En primer lugar el que apunta Carlos Mata: que queremos comer tomate durante todo el año, y no puede ser.
En segundo lugar que elegimos con la vista, y sólo compramos los tomates de apariencia perfecta.
Al final, los productores han conseguido dar con unas variedades que ofrecen tomates con la forma y el color perfectos, tomates resistentes a las plagas y con ciclos de producción muy cortos. Tomates bonitos y rentables, sí, ¡pero sin sabor!
Es más acertado guiarse por la intuición, y nop despreciar a los tomates feos (que son hermosos en el interior). En Tudela se celebnra desde hace cuatro años un original concurso para premiar el sabor de los tomates feos
Se compra con la vista así que es difícil decidirse por un tomate feo. Si los dejaran probar antes me imagino que mucha gente escogería el feo y apetitoso.