Comer pan no engorda si no abusas, como todo. Podemos tomar diariamente nuestra ración de pan, unos 200 gramos, sin que por ello veamos que nuestro peso aumenta. Incluso podemos comer bocadillos de vez en cuando, relleno con ingredientes saludables, además de ser muy nutritivo resulta sabroso.
Recientemente se dieron a conocer los resultados del estudio “Hábitos y actitudes de los españoles ante el consumo de pan”, que volvía a insistir en que comer pan no engorda y mostraba que el mito de que “el pan engorda” continúa estando muy extendido. La población que quiere cuidar su peso procura comer muy poco o nada de pan pensando que así evitarán coger unos kilos de más (quizá luego no se saltan el pastelito de chocolate de la merienda).
El consumo de pan se ha reducido en nuestro país, pero los especialistas en nutrición nos recomiendan tomar cuatro raciones diarias de 50 gramos de pan, que combinados con una dieta equilibrada (véase una dieta mediterránea por ejemplo) y ejercicio físico frecuente, nos harán gozar de una alimentación saludable y un peso adecuado.
Lo que no resultaría adecuado, por ejemplo, sería acumular el consumo de pan diario recomendado en una comida, habitualmente para la cena, pues según el ritmo de vida actual es por la noche cuando menos ganas hay de meterse en la cocina.
Es bastante común en esta sociedad disfrutar de un rico bocadillo para cenar, se prepara fácilmente y seduce al paladar. Como ya sabemos, podemos comer bocadillos de vez en cuando, lo malo es cuando se convierte en un hábito cenar bocadillos.
Este tipo de cenas ofrecen carbohidratos, proteínas, vitaminas, minerales, fibras y sólo una cantidad muy pequeña de lípidos, pero que pueden verse multiplicados según los ingredientes que formen parte del bocadillo. Esta carga de nutrientes es enviada al organismo en un momento que realmente no necesita, ya que después nos vamos a dormir.
Toda la carga energética serviría para combatir, por ejemplo, el esfuerzo físico durante el día, pero por la noche es todo lo contrario, sirve para aumentar nuestras reservas de grasa y con ellas nuestro peso. La digestión resultante de un bocadillo convierte los carbohidratos que aporta el pan en glucosa, precisamente este es el combustible de los órganos que son más activos por el día, los músculos, el cerebro, etc.
Como estamos en el descanso nocturno, es todo lo contrario. Toda la carga energética se ve rechazada por los órganos porque no les hace falta y por consiguiente, dicho exceso se transforma en tejido adiposo corporal.
Seguir recomendaciones como “desayunar como un rey, comer como un príncipe y cenar como un mendigo” no limita alimentos, sino cantidades según las necesidades de nuestro organismo. Antes de echar la culpa al pan quizá hay analizar la dieta.
Foto | Jenny’s Buffet