El Día Mundial de la Alimentación 2025 que se celebra hoy, 16 de octubre, bajo el lema “Mano de la mano por unos alimentos y un futuro mejores”, es una invitación para aunar esfuerzos a nivel mundial frente a los grandes retos a los que se enfrentan los sistemas agroalimentarios. En un momento en que los conflictos, los fenómenos meteorológicos extremos, los precios elevados de los alimentos y la desigualdad amenazan la seguridad alimentaria, la FAO comenta que la conmemoración de este día es más necesaria que nunca.
Según el informe El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo (SOFI 2025) de la FAO y los organismos asociados, en el año 2024, alrededor de 673 millones de personas (el 8,2 % de la población mundial) padecieron hambre, dato que supone una leve mejora respecto al 8,5 % que se registró en el año 2023. Sin embargo, más de 2.300 millones de personas sufrieron inseguridad alimentaria moderada o severa a lo largo del año pasado.
Las regiones con mayor retroceso o con una mejora poco significativa son África y Asia Occidental, donde el hambre continúa agravándose. En África, unos 307 millones de personas sufren el hambre, volumen que equivale a un 20 % de la población de este continente. Los expertos explican que si siguen las actuales tendencias, para el año 2030 unos 512 millones de personas seguirán padeciendo hambre crónica, y casi el 60 % de esas personas vivirá en África. Y eso sin contar con quienes padecen hambre oculta.
La FAO también alerta sobre la inflación del precio de los alimentos, que lamentablemente sigue presionando con más fuerza a los países con ingresos limitados. Esto hace que muchas personas no puedan acceder a una dieta saludable, de hecho, y según los datos facilitados por esta organización, en el año 2024 unos 2’6 mil millones de personas no pudieron costearse una alimentación saludable.
A partir de los datos proporcionados por la FAO y por el análisis del informe SOFI, se destaca que las mejoras a nivel global están ocultando que algunas regiones están muy atrás, especialmente África Subsahariana y zonas de Asia Occidental. Las múltiples crisis como los conflictos, las sequías, las inundaciones o la inflación, entre otras, actúan como graves barreras que se interponen en la mejora de la nutrición. Si bien es cierto que en términos absolutos el hambre se ha reducido levemente, el acceso a los alimentos nutritivos y variados sigue siendo un grave problema, muchas personas comen lo que pueden permitirse, que no siempre es lo que se necesita para mantenerse sano.
Las sequías, las inundaciones, las olas de calor, las heladas y otros fenómenos extremos están afectando a los cultivos, a la tierra, a la biodiversidad y a los recursos hídricos, como ya hemos comentado anteriormente el cambio climático amenaza el suministro mundial de alimentos. Por ello, es necesario que los sistemas agroalimentarios se adapten a la nueva situación, volverse más resilientes, y también reducir su impacto ambiental.
Existe una inseguridad alimentaria aguda porque hay países en los que las condiciones son muy críticas, y en este sentido la FAO y el Programa Mundial de Alimentos advierten de esas condiciones en varios países entre los meses de junio y octubre del presente año. Y no sólo se trata del hambre, sino de la coexistencia de la desnutrición con otros problemas como la obesidad, las carencias de micronutrientes, etc. A esto hay que añadir que las dietas desequilibradas, los hábitos poco saludables y la falta de diversidad alimentaria, forman parte del problema.
La FAO explica que aunque los retos son graves, existen datos que son alentadores apuntando que, de forma modesta, se reduce el porcentaje global de personas que sufren hambre de uno o dos puntos porcentuales en el periodo 2022–2024. Se aprecian mejoras visibles en algunas regiones de Asia del Sur, el Sureste Asiático y Sudamérica, donde políticas concretas y focalizadas, programas sociales y acciones de apoyo a los agricultores, han tenido impacto. La inclusión de nuevos indicadores en los informes de la FAO para medir la diversidad dietética, la calidad de la alimentación infantil y otras cuestiones, permiten monitorear con más precisión los progresos y déficits que existen.
Para que el lema «Mano de la mano por unos alimentos y un futuro mejores» no quede sólo en un eslogan, la FAO y diversos organismos plantean varias líneas de acción, como fortalecer las redes de protección social como son los subsidios, los programas de alimentación o la ayudas directas para los más vulnerables, para que no dependan únicamente del mercado. Llevar a cabo políticas que aborden la inflación de alimentos mediante el control de los precios, la transparencia en las cadenas de suministro y las inversiones en infraestructura para reducir las pérdidas y el desperdicio de alimentos.
Poner en marcha inversiones en agricultura sostenible mediante la tecnología, las prácticas agrícolas resilientes al clima, la conservación de los suelos y el agua, y la biodiversidad. Llevar a cabo una cooperación internacional reforzada a través de compartir el conocimiento, la financiación y el apoyo técnico, especialmente para los países que son más azotados por esas crisis múltiples y la última acción propuesta se basa en la educación y la concienciación mediante la promoción de las dietas saludables, la reducción del desperdicio de alimentos, el fomento de la diversidad alimenticia y la mejora de la información nutricional para todas las personas.
El Día Mundial de la Alimentación 2025 nos recuerda que la alimentación es mucho más que la producción de alimentos, es garantizar la dignidad, la salud y la equidad. Nos desafía a reconocer que el progreso existe, pero también que es débil, sobre todo si no llega a quienes más lo necesitan. Exige como cada año que trabajen de forma conjunta gobiernos, sociedad civil, productores, investigadores y consumidores, para afrontar los retos mencionados.
Podéis conocer más detalles sobre la celebración del Día Mundial de la Alimentación, así como los múltiples actos que se van a llevar a cabo, a través de la página oficial de la FAO.
