El etiquetado limpio en el ámbito alimentario se ha convertido en un concepto de importancia tanto para los consumidores que tienen inquietudes por lo que comen, como para la industria que busca adaptarse a las nuevas exigencias de transparencia, salud y sostenibilidad. A pesar de que no existe una definición legal uniforme a nivel mundial, el etiquetado limpio también conocido como clean label, es una tendencia creciente que responde a los consumidores que solicitan productos con ingredientes simples, que sean comprensibles y percibidos como naturales.
¿Qué significa etiquetado limpio para los consumidores? Se trata del producto alimentario que cuenta con una lista de ingredientes reducida y reconocible, que evita el uso de aditivos artificiales como los colorantes o los conservantes sintéticos, que se percibe como más natural, saludable y transparente, y que puede incluir mensajes como “sin aditivos químicos”, “sin sabores artificiales” o “sin ingredientes irreconocibles”.
Los consumidores actuales valoran la autenticidad y la honestidad en el etiquetado y esta percepción subjetiva, lleva al rechazo de algunos ingredientes como glutamato monosódico, el jarabe de maíz de alta fructosa, las grasas trans y saborizantes artificiales, a pesar de que se trata de ingredientes que cuentan con la aprobación de las autoridades sanitarias.
¿Qué implica el etiquetado limpio para la industria alimentaria? Para los fabricantes y los proveedores de ingredientes, un etiquetado limpio supone un desafío técnico y económico, ya que es necesario reformular los productos alimenticios para que cumplan con las expectativas de los consumidores, pero sin comprometer el sabor, la textura o la seguridad alimentaria.
Según leemos aquí, en países como Estados Unidos, empresas del área de la nutrición como Balchem o la española HTBA, especializada en el desarrollo y producción de ingredientes naturales de alta calidad, han apuntado en conferencias como IFT FIRST (conferencia anual sobre tecnología e innovación alimentaria) la necesidad de adaptarse a las preferencias de los consumidores que, como sabemos, varían notablemente, el uso de ingredientes funcionales concentrados, con los que se puedan mantener las propiedades de los ingredientes pero con menor dosificación.
Invertir en tecnologías de procesamiento menos agresivas y utilizar fuentes naturales certificadas, integrar moduladores naturales de sabor y en especial en los productos con un contenido reducido en azúcar o con ingredientes amargos, como la vitamina B12 en las bebidas energéticas. Lo cierto es que la industria alimentaria ve el etiquetado limpio una oportunidad para la diferenciación de marca, claro, que esta diferenciación conlleva mayores costes de producción y un marco normativo que hoy por hoy es poco transparente.
¿Qué opinan las organizaciones de consumidores sobre el etiquetado limpio? Estas organizaciones suelen apoyar este tipo de etiquetado como un modelo de empoderar al consumidor y promover las elecciones alimentarias informadas y más saludables. Sin embargo, también advierten sobre algunos riesgos existentes, por ejemplo, la ambigüedad de los términos, ya que al no existir una definición legal clara de lo que es un «etiquetado limpio», cada empresa puede interpretarlo a su manera, generando confusión.
El uso de etiquetas con mensajes como “natural” o “sin aditivos” puede resultar engañoso si el producto sigue siendo ultraprocesado o poco saludable, algo de lo que ya hemos hablado en otras ocasiones, recordemos, por ejemplo, el tema de los “mensajes artesano, natural, tradicional o casero en los productos de alimentación”, también el “desgaste del término natural en las etiquetas de los alimentos”, o el artículo titulado “¿La industria alimentaria utiliza el término ‘artesanal’ a la ligera?”. Lo cierto es que las organizaciones de consumidores piden una regulación más estricta para garantizar que lo que se declara como “limpio” cumpla con estándares objetivos, pero legislar sobre este tema parece que se ha aparcado desde hace bastante tiempo.
¿Qué dice la Unión Europea sobre el etiquetado limpio? Como sabemos, la UE no cuenta con una definición oficial de «etiquetado limpio», pero sí establece una serie de normas estrictas sobre el etiquetado de los ingredientes, los aditivos y las alegaciones nutricionales. Sin embargo, no hay que olvidar que los fabricantes aprovechan ciertas lagunas en estas normas.
Los ingredientes deben declararse por su nombre técnico o funcional, las alegaciones en el etiquetado como “natural”, “sin conservantes” o “sin colorantes artificiales” están reguladas para evitar engaños al consumidor, se prioriza la transparencia y la trazabilidad, pero el uso del término “etiqueta limpia” no está reconocido oficialmente. Hay que decir que el auge del consumo consciente ha favorecido que muchos fabricantes europeos adopten prácticas alineadas con el etiquetado limpio, es decir, menos aditivos, un procesamiento mínimo y unas listas de ingredientes más cortas y sencillas.
Aunque el etiquetado limpio ha avanzado de forma significativa en la última década, aún queda mucho por hacer para garantizar su claridad y coherencia en los mercados internacionales. Actualmente la falta de una definición oficial, así como un marco legal sólido, generan confusión en los consumidores y en los fabricantes. Por ello, establecer una definición clara y consensuada que esté respaldada por una legislación específica sería un paso indispensable, ya que permitiría a las empresas alimentarias trabajar con un rumbo claro, evitar interpretaciones ambiguas y desarrollar productos que estén verdaderamente alineados con los principios de transparencia, sencillez y naturalidad que los consumidores persiguen.
El futuro del etiquetado limpio no dependerá sólo de la innovación y la demanda del mercado, también de la voluntad regulatoria para transformar esta tendencia en una norma sólida, verificable y útil para todos, algo que, de momento, no se plasma como se esperaría.
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