El sector de las proteínas alternativas está emergiendo con fuerza en nuestro país, su evolución reciente permite evidenciar un cambio estructural en la forma en que se entiende la alimentación, la innovación y la sostenibilidad. Hoy hablamos de la situación y evolución del sector de proteínas alternativas en España, tras la lectura del informe que ha elaborado GFI Europe (Good Food Institute) y que presenta una radiografía detallada de los avances, retos y oportunidades de este sector que está en auge.
Para quien lo desconozca, GFI Europe (Good Food Institute) es una organización internacional sin ánimo de lucro que promueve la investigación, la innovación y el desarrollo de políticas públicas para acelerar la transición hacia un sistema alimentario que sea más sostenible, saludable y seguro, impulsando la introducción de las proteínas alternativas como, por ejemplo, las de origen vegetal, las de cultivo celular o las obtenidas mediante la fermentación de precisión.
Nuestro país parte de una particular posición, ya que combina una potente industria agroalimentaria, con un tejido científico y empresarial que cada vez está más orientado hacia la biotecnología y la innovación alimentaria. Según el informe del GFI Europe, aunque España sigue siendo uno de los mayores productores y exportadores de proteínas convencionales, paralelamente se está consolidando uno de los entornos más prometedores para el desarrollo de proteínas obtenidas a partir de las plantas, la fermentación o la agricultura de cultivo celular.
Este proceso responde a la necesidad mundial de diversificar las fuentes de proteína ante el cambio climático y el aumento poblacional, pero también supone una oportunidad estratégica para la economía española. Según algunas estimaciones, la demanda mundial de proteínas podría aumentar hasta un 70% para 2050, así lo aseguran la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) y la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura).
En este contexto, la ganadería y la pesca intensiva que consumen demasiada agua, suelo y energía, se constatan como insostenibles en el modelo actual. España es uno de los países europeos que se señalan como más vulnerables al cambio climático, se enfrenta a diversos desafíos como la sequía o la pérdida de superficie agrícola, entre otros. Por ello, las proteínas alternativas se presentan como una herramienta de gran importancia para reforzar la seguridad alimentaria y reducir la dependencia de las importaciones de materias primas, y es que la producción de estas proteínas alternativas requiere hasta un 93% menos de tierra y un 99% menos de agua que los sistemas tradicionales de producción.
El Gobierno español reconoció por primera vez el potencial de las proteínas alternativas en la Estrategia Nacional de Alimentación 2025 (lo podéis leer en el punto 12), donde este tipo de proteínas se perfilan como una prioridad para conseguir un sistema alimentario más saludable, sostenible y competitivo. En la mencionada estrategia se identifica su relevancia en áreas como la salud pública, la innovación, el desarrollo rural o la sostenibilidad ambiental, destacando beneficios múltiples, desde la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (recordemos que la ganadería industrial genera el 80% de las emisiones agrícolas del país), hasta la creación de empleo en zonas rurales.
El panorama de la investigación e innovación en proteínas alternativas se ha consolidado en nuestro país los últimos años. España ocupa la quinta posición en Europa en la cantidad de investigadores dedicados a esta cuestión y la sexta en la producción académica, con más de 480 investigadores activos y 244 publicaciones científicas entre el periodo 2020-2024. Los estudios se centran principalmente en proteínas vegetales, aunque crece el interés por la fermentación de precisión y la carne de cultivo celular. Centros tecnológicos como AINIA, IRTA o CNTA, están liderando proyectos destacados de investigación financiados por fondos europeos y autonómicos, pero hay que decir que en el informe se advierte que la financiación a nivel nacional, sólo ha sido de 23 millones de euros entre los años 2020 y 2024, algo muy insuficiente para mantener el ritmo de crecimiento del sector.
Las empresas españolas que se dedican a las proteínas alternativas también muestran un notable dinamismo, startups como Novameat, Heura o Cubiq Foods se han convertido en referentes europeos gracias a su capacidad de combinar la ciencia y la gastronomía. Sin embargo, el paso del entorno de laboratorio al mercado sigue siendo uno de los principales cuellos de botella, según Eatable Adventures, la falta de infraestructuras de escalado como plantas piloto o los biorreactores, así como la complejidad regulatoria para la carne de cultivo o la fermentación de precisión, frenan la expansión del sector. A esto hay que sumar la dependencia de la inversión de otros países, algo que incrementa el riesgo de que la creación de valor se traslade fuera de nuestro país.
Las proteínas alternativas podrían contribuir a reactivar las zonas rurales a través de la bioeconomía, al diversificar la producción agrícola y generar nuevas cadenas de valor asociadas a los cultivos locales de leguminosas, o a la valorización de diferentes subproductos. Hay que destacar que la adopción de estas proteínas en el mercado minorista está creciendo rápidamente, el año pasado las ventas de alimentos de origen vegetal aumentaron un 9’8%, alcanzando los 491 millones de euros. Por otro lado, la aceptación de los consumidores también se incrementa, y es que las encuestas europeas sitúan a los españoles entre los consumidores con más predisposición a probar carne de cultivo celular y respaldar a la industria nacional de este sector.
Según el informe Estado del ecosistema de proteínas alternativas en España de GFI Europe, en el plano institucional iniciativas como el Plan Complementario de Agroalimentación (AGROALNEXT) o la creación del Centre d’Innovació en Proteïnes Alternatives (CiPA) en Catalunya, consolidan un compromiso creciente de las administraciones autonómicas y nacionales, para impulsar la investigación y la cooperación entre el sector público y privado. Estas políticas podrían ser la base para convertir a nuestro país en un centro de actividad mediterráneo de innovación alimentaria, capaz de competir con algunos países pioneros en el sector de las proteínas alternativas, como los Países Bajos o Francia.
En definitiva, la situación y la evolución del sector de las proteínas alternativas en España, tal como detalla el Informe de GFI Europe, muestra un país en transición hacia un modelo alimentario más sostenible, resiliente y tecnológicamente avanzado. A pesar de los retos regulatorios, los retos financieros y de infraestructuras, los avances científicos, el apoyo institucional y el interés creciente de los consumidores muestran un futuro en el que España adoptará las proteínas alternativas e incluso puede liderar su desarrollo en Europa.
Os recomendamos acceder al informe (Pdf) de GFI Europe para conocer con detalle la situación del sector de las proteínas alternativas en España.
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