Cuando llega el verano y buscamos los mejores melones, es habitual que escuchemos a fruteros, agricultores e incluso cocineros, hablar del ‘melón escriturado‘. Pero ¿qué significa exactamente este término? ¿Quién lo inventó? ¿Es realmente un indicador de calidad? Hoy te lo explicamos todo sobre este melón con nombre curioso y fama bien ganada.
¿Qué significa que un melón esté escriturado?
El término ‘escriturado’ hace referencia al aspecto de la piel del melón, que presenta una serie de líneas finas, arrugas o craquelado superficial, similares a las que encontramos en algunos tipos de papel antiguo o en escrituras grabadas. Este fenómeno también se conoce técnicamente como reticulado y es característico de ciertas variedades de melón, como el piel de sapo, el cantalupo o el galia, entre otros.
Aunque no existe un documento oficial que lo registre como una categoría comercial, el uso del término ‘melón escriturado’ se ha popularizado entre agricultores y comerciantes del campo español desde hace décadas. Se utiliza como sinónimo de un melón bien madurado en la planta y con cualidades superiores.
¿Por qué se considera un melón de mayor calidad?
La escritura en la piel del melón no es una tara o un defecto, aunque quienes buscan la ‘fruta perfecta’ pueden pensar que es un melón más feo. Estamos seguros de que a muchos de vosotros también os han dicho alguna vez vuestra madre o abuela, que la fruta más fea es la más rica, a nosotros, especialmente nos lo han dicho con algunas variedades de manzana y de peras.
Y está claro, la escritura en la piel de las frutas, es un síntoma visible de un desarrollo óptimo del fruto en la planta. Y está demostrado, son varias las razones que justifican por qué las frutas con más rayas, escrituras, craquelados… se consideran de mayor calidad organoléptica. Existen estudios agronómicos y ensayos sensoriales que relacionan el escriturado con la calidad interna del melón.
De hecho, en paneles de cata y comparativas de variedades realizadas por expertos y productores, los melones escriturados han resultado mejor valorados en dulzor, jugosidad y sabor. No es una regla matemática, pero sí una buena pista visual.
1. Mayor dulzor (grado Brix)
El craquelado suele ir acompañado de un contenido más alto de azúcares naturales, medido en grados Brix. Cuanto más tiempo permanece el melón en la planta, más energía y azúcares se concentran en su interior. En ensayos de campo y pruebas de laboratorio realizados por centros como el IRTA o el IVIA, se ha demostrado que los melones escriturados presentan mayores grados Brix que otros de su misma variedad sin este aspecto.
2. Maduración completa en planta
La aparición de esta escritura se produce cuando el melón crece con lentitud en su fase final y alcanza la madurez completa en planta. En muchos casos, los melones menos maduros se recogen antes de tiempo (corte en verde) para facilitar el transporte y alargar su vida útil. En cambio, el escriturado aparece cuando el fruto ha estado todo el tiempo necesario en la mata, absorbiendo nutrientes y alcanzando su punto ideal de consumo.
3. Mejor textura y aroma
Además del sabor, el melón bien madurado tiene una textura carnosa, jugosa y un aroma más intenso. El reticulado superficial también ayuda a transpirar mejor la humedad residual, contribuyendo a una conservación más estable y a una pulpa con mejor comportamiento organoléptico.
¿Se aprecia la escritura en cualquier variedad de melón?
Pues lo cierto es que no, como ya hemos comentado, se aprecia esta característica en el melón piel de sapo, en el melón cantalupo y en el melón galia, especialmente. Otras variedades como el melón amarillo o el melón blanco de invierno no presentan escritura y su calidad debe valorarse por otros medios, como el olor, el peso, la firmeza y el color.
Si vas al mercado y te hablan de un melón bien escriturado, ya sabes que se trata de algo más que una curiosidad lingüística, es signo de calidad, de maduración en planta, de dulzor, de carnosidad… elígelo y el placer estará asegurado.
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