Perspectivas agrícolas mundiales para la próxima década

Aquí tenéis el informe “OCDE-FAO Perspectivas Agrícolas 2025-2034”, un estudio elaborado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en el que se plasma una radiografía global del futuro del sistema agroalimentario. Se trata de un análisis detallado sobre las perspectivas agrícolas mundiales para la próxima década, que sirve como referencia para anticipar los desafíos y oportunidades del sector.

El informe que cumple su 21ª edición se presenta como una herramienta clave para quienes toman decisiones en materia de política agrícola y alimentaria. En el documento se analizan las tendencias de producción, consumo, comercio, precios, sostenibilidad y seguridad alimentaria en un contexto marcado por el cambio climático, la evolución demográfica y la transformación tecnológica de la cadena alimentaria.

Según las previsiones, el consumo mundial de productos agrícolas y pesqueros se incrementará un 13% para el año 2034, crecimiento que según los expertos no será homogéneo, ya que la mayor parte de este crecimiento se producirá en los países con ingresos bajos y medios debido al aumento poblacional, sobre todo en el África Subsahariana y en Asia Meridional. En los países con ingresos medios, el incremento se debe en buena parte al aumento del consumo por persona, en los países de bajos ingresos se explica sobre todo por el crecimiento demográfico.

En países de ingresos medios como India o Vietnam, las dietas están cambiando y es que a medida que las ciudades crecen y las personas acceden a mayores ingresos, se consumen más alimentos como la carne, los productos lácteos y el pescado. En consecuencia, se espera que la contribución calórica de productos de origen animal en la dieta mundial, se incremente un 6% para el año 2034, pero es una tendencia que no se dará por igual en todo el mundo.

En el informe se advierte que pese al progreso, millones de personas seguirán sin acceder a una nutrición adecuada, destacando que en los países con bajos ingresos la ingesta promedio de alimentos ricos en nutrientes como la carne, los productos lácteos o el pescado, apenas alcanzará las 143 kcal diarias por persona, una cifra que está muy por debajo del umbral de 300 kcal que estableció la FAO para una dieta saludable.

Se apunta que la falta de acceso a los alimentos ricos en proteínas y micronutrientes no sólo afecta a la salud individual, también compromete el desarrollo económico y social de las regiones que sufren este problema. Se espera que los países de ingresos medios superen el citado umbral, sin embargo y según el estudio, las desigualdades internas se mantendrán.

Para satisfacer la creciente demanda de alimentos, se prevé un incremento del 14% en la producción agrícola y pesquera a nivel mundial. Los expertos comentan que este crecimiento será impulsado principalmente por mejoras en la productividad, la adopción de nuevas tecnologías y el uso intensivo de fertilizantes y piensos en países de ingresos medios. Pero también se incrementará la superficie cultivada y el conjunto de animales productores de alimentos en regiones como África y Asia. Como es previsible, este aumento de la producción tendrá un coste ambiental, ya que las emisiones directas de gases de efecto invernadero del sector agrícola aumentarán un 6% hasta el año 2034. Los analistas explican que de todos modos, gracias a mejoras tecnológicas se reducirán las emisiones de carbono en la mayoría de las regiones.

El informe OCDE-FAO Perspectivas Agrícolas 2025-2034 incluye un análisis alternativo que plantea una meta ambiciosa y según los expertos es alcanzable (algo que resulta muy difícil de creer), eliminar el hambre y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero un 7% para el 2034. Para ello, se necesita aumentar la productividad agrícola un 15% y adoptar masivamente tecnologías de reducción de emisiones, algo que incluye prácticas como la agricultura de precisión, la rotación de cultivos, el uso eficiente del agua y la mejora de los piensos para animales. La clave, según los analistas, está en la implementación, se necesitará inversión, infraestructura, formación técnica y cooperación internacional para que estas soluciones lleguen a todos los rincones del mundo y en especial a los más rezagados.

En un mundo cada vez más interdependiente el comercio seguirá siendo parte fundamental para el equilibrio de la oferta y la demanda de alimentos. Para el año 2034 se espera que el 22% de las calorías consumidas en el mundo crucen al menos una frontera, este flujo es y será una posibilidad para que los países con déficit alimentario, puedan acceder a los alimentos y que los excedentes de las producciones encuentren nuevos mercados. En el informe se destaca la importancia de mantener un sistema comercial agrícola basado en reglas, que sea abierto y cooperativo, ya que la estabilidad de los precios, la seguridad alimentaria y la sostenibilidad, dependen en gran medida de la buena salud del comercio internacional. Claro, que el informe omite muchas de las razones que impiden esta buena salud, la especulación, los conflictos, los intereses económicos, el control corporativo de los alimentos

En el informe también se habla de los precios agrícolas en términos reales, asegurando que tenderán a la baja en la próxima década, algo que también resulta difícil de creer a pesar de la mejora de la productividad y la estabilización de los costes de recursos como la energía y los fertilizantes. Merece la pena, como información complementaria, retomar la lectura del post “La deficiencia de potasio es una amenaza para la seguridad alimentaria mundial”. El informe advierte que esta proyección puede verse alterada por factores como el clima extremo, las tensiones geopolíticas o las interrupciones en las cadenas de suministro, factores que, sin duda, estarán presentes en los próximos años.

Para los agricultores y especialmente para los pequeños productores, esta situación supone un desafío, pues con precios más bajos y unos mercados más exigentes, se verán obligados a mejorar su productividad y para ello será esencial facilitarles el acceso a nuevas tecnologías, conocimientos, recursos varios y financiamiento, así como el acceso a redes de comercialización y gestión de riesgos, y ¿quién les facilitará todo ello?

El informe de la OCDE y la FAO es básicamente un llamado a la acción, ya que la próxima década será, según los expertos, decisiva para alcanzar un sistema agroalimentario más sostenible, resiliente y equitativo. Pero incrementar la producción no es suficiente, es necesario hacerlo de forma inclusiva y con responsabilidad ambiental, garantizando que cada persona del planeta, independientemente de donde viva, tenga acceso a una alimentación suficiente y saludable.

Recordemos que el año pasado la FAO celebró una reunión del grupo de expertos sobre el Objetivo de Desarrollo Sostenible 2, donde se pedían ideas audaces y transformadoras, capaces de abordar unos niveles de hambre que no se habían visto desde el año 2005, demostrando que en vez de avanzar estamos retrocediendo, por ello, este tipo de informes hay que cogerlos con pinzas, sobre todo cuando no parecen partir de un panorama real.

A través de este artículo (Pdf) publicado en la página de la OECD, podréis conocer con detalle el informe OECD-FAO Perspectivas Agrícolas 2025-2034 (OECD-FAO Agricultural Outlook 2025-2034).

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