Cómo utilizar la vainilla: vaina, extracto, pasta y aromas para cocinar mejor

Abrir una vaina de vainilla con la punta del cuchillo tiene algo de ritual. El perfume aparece en segundos y la cabeza viaja a helados, cremas y bizcochos… pero la historia no se queda ahí. La vainilla también redondea un puré de patata, da profundidad a una mantequilla avellana para pescado y puede convertir una ensalada de tomate y fruta en algo memorable con un simple aceite templado. En España solemos hablar de “vainilla” como si todo fuese lo mismo, y no: no es igual trabajar con la vaina que con extracto, pasta o aromas. Cada formato tiene su lógica, sus ventajas y sus límites.

En esta introducción te contamos cómo reconocer una buena vainilla, cómo tratarla para que no pierda aroma y cuándo compensa usar vaina, extracto, pasta o aroma. La guía completa —con ratios claros, comparativa práctica, errores frecuentes y un buen puñado de recetas dulces y saladas— está en nuestro Substack Gastronomía y Cía – A Bocados.

Lo que vas a aprender (versión extendida y sin tecnicismos)

Elegir con criterio: cómo detectar una vaina flexible, brillante y aromática; qué significa que ponga Bourbon/Madagascar (suele ser vainilla planifolia) y cuándo estás ante vainilla tahitensis (perfil más floral y almendrado, ideal en frío).

Conservar sin perder aroma: por qué no conviene la nevera, cómo guardarla en papel de horno + tarro hermético y qué hacer si notas exceso de humedad o sequedad.

Usar la dosis justa: ratios sencillos que funcionan en casa y en un restaurante; por ejemplo, 1 vaina fresca por litro de leche o nata al infusionar, y ½–1 vaina para un molde de 22–24 cm.

✔ Elegir el formato adecuado:

◽ Vaina para infusiones lácteas y bases donde quieres el perfil más completo.

◽ Extracto (de verdad, no “aroma”): comodín limpio para masas y glaseados.

◽ Pasta: práctica cuando quieres semillitas y dosificación fácil (revisa el % real de vainilla).

◽ Aroma/Esencia: útil si el presupuesto manda, pero no es extracto; conviene dosis baja y, si puedes, reforzar con azúcar o sirope avainillado casero.

Reutilizar con sentido: cómo sacar partido a una vaina ya usada (azúcar, sirope, polvo, sal, glicerito…) y cerrar el ciclo sin tirar nada.

Dos pistas concretas para cocinar hoy

Infusión respetuosa: calienta leche o nata sin hervir, apaga, añade la vaina abierta y tapa 20–30 minutos. El aroma se integra mejor y no se volatiliza.

Aceite de vainilla para terminar: templa un aceite suave con la vaina usada y bien seca; cuela, enfría y añade al final sobre espárragos, marisco o tomate. Cambia el plato sin robar protagonismo.

¿Y qué pasa con planifolia y tahitensis?

Aquí un resumen: Vainilla planifolia (Bourbon/Madagascar, también México o Indonesia) rinde un perfil lácteo–cacao–caramelo que resiste el calor de un horno o un hervido. Vainilla tahitensis (Tahití/Polinesia) es más floral y almendrada; luce en frío o templado y con fruta cítrica o lácteos ligeros. En la guía completa verás cuándo elegir cada una y cómo dosificarlas para que se note sin saturar.

📓 Lee la guía completa (recetas y PDF)

En Gastronomía y Cía A Bocados tienes la versión íntegra: comparativa vaina vs. extracto vs. pasta vs. aroma, tabla rápida para comprar sin dudas, 10 formas de reutilizar una vaina, y entre otras cosas, un bloque de recetas saladas y dulces enlazadas a nuestro archivo.

👉 Accede aquí: [Guía completa en Gastronomía y Cía – A Bocados]

Incluye: descarga de un PDF para tenerlo en la cocina (suscriptores de pago).
Artículos relacionados