Un nuevo estudio realizado por la organización PAN Europe (Pesticide Action Network Europe) concluye que el vino se enfrenta a un grave problema debido al aumento del contenido de ácido trifluoroacético (TFA) en el vino. Los expertos señalan que el nivel de TFA, considerado uno de los químicos eternos (sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas que reciben este nombre por su extremada persistencia en el medio ambiente), aumenta año tras año constituyendo un posible riesgo para la salud reproductiva humana.
El informe que se titula “Message from the Bottle – The Rapid Rise of TFA Contamination Across the EU”, muestra los datos de un análisis que ha incluido 49 vinos procedentes de 10 países europeos, y donde se realizan comparativas de vinos anteriores a 1988 con vinos que han sido producidos entre el año 2021 y 2024. Según los resultados, en los vinos anteriores a 1988 no se detectaron rastros de TFA, por el contrario, en los vinos más recientes se registraron niveles medios de 122 microgramos por litro (µg/l), y en algunos casos se llegó hasta los 320 µg/l.
Estos niveles son aproximadamente 100 veces mayores que los que podemos encontrar en el agua potable o de superficie, que ya de por sí tiene concentraciones del contaminante que son preocupantes. Uno de los responsables del estudio, el profesor en química Helmut Burtscher-Schaden, advierte que los resultados obtenidos son alarmantes en dos aspectos, el primero es que se demuestra una bioacumulación masiva de TFA en las plantas, el segundo, que el aumento de estas concentraciones se considera “explosivo” desde el año 2010, coincidiendo con el uso masivo de pesticidas PFAS y de nuevos gases refrigerantes (HFOs) que reemplazaron a otros gases como los CFC (Clorofluorocarbonos) y los HFC (Hidrofluorocarbonos), porque dañaban la capa de ozono o contribuían mucho al cambio climático.
Pero, ¿de dónde procede el TFA? El ácido trifluoroacético se genera principalmente como un producto de degradación de los gases fluorados que se utilizan en los sistemas de refrigeración, y de los pesticidas PFAS que se suelen utilizar en los cultivos. Aunque los gases liberan TFA a la atmósfera de forma global, los pesticidas contaminan directamente los suelos agrícolas, estas sustancias se filtran en las aguas subterráneas y afectan directamente a los alimentos que consumimos.
Según la Agencia Ambiental Alemana (UBA), los pesticidas PFAS suponen el 76% de las emisiones potenciales de TFA en las aguas subterránea de zonas rurales, una situación que se agrava porque el TFA es extremadamente persistente, no degradándose de forma natural y acumulándose en los suelos, las plantas y los organismos vivos en general, incluidos los seres humanos.
La investigación ha detectado TFA en los vinos de Austria, Bélgica, Croacia, Francia, Alemania, Grecia, Hungría, Italia, Luxemburgo y España, siendo Austria uno de los países con los niveles más elevados de TFA con una media de 156 µg/l. En el estudio se apunta que los vinos con mayores niveles de TFA también contenían más residuos de pesticidas sintéticos, encontrándose hasta ocho pesticidas diferentes y entre ellos, dos pesticidas PFAS (fluopicolide y fluopyram).
En el documento se explica que la mayoría de los vinos ecológicos analizados, estaban libres de residuos detectables de pesticidas, pero igualmente contenían TFA, lo que quiere decir que el problema ya no depende únicamente del uso actual de los pesticidas, también de la contaminación que está presente en el entorno agrícola en general, en el agua de riego, en los suelos y en el aire. Los investigadores destacan los vinos elaborados con variedades de uvas resistentes a los hongos, que tenían un nivel de TFA más bajo que el resto de vinos analizados, por lo que se sugiere que reducir el uso de productos químicos en la agricultura podría mejorar la situación, pero no eliminaría el problema.
Preocupación por el contenido de TFA en el vino
Antaño se creía que el TFA era relativamente inofensivo, sin embargo, algunos estudios recientes demostraron que puede causar graves malformaciones del desarrollo esquelético y ocular en los ensayos realizados con fetos de animales de laboratorio. De ahí que el TFA esté clasificado en la Unión Europea como una sustancia con una alta tasa de toxicidad que afecta a la reproducción.
Como decíamos, el TFA se bioacumula en los seres vivos y no se puede eliminar mediante los tratamientos convencionales para la potabilización del agua, y para eliminarlo se necesitarían tecnologías caras y poco sostenibles, como por ejemplo la ósmosis inversa (proceso de filtrado de agua) a gran escala, algo que resulta inviable para muchas regiones del planeta.
Pero los expertos apuntan que el problema va más allá del vino, ya que se ha detectado la presencia de PFAS en productos de uso cotidiano. Un estudio realizado por la Universidad de Amberes (Bélgica) encontró que muchas pajitas de papel ecológicas también contienen PFAS (sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas), incluidos TFA y TFMS (ácido trifluorometanosulfónico). Según este estudio, el 90% de las marcas analizadas de pajitas de papel, contenían estos contaminantes a pesar de presentar una imagen “verde” a los consumidores.
Por ello, los expertos de Pesticide Action Network Europe hacen un llamamiento urgente a la acción, reclamando las siguientes medidas: la prohibición inmediata de todos los pesticidas PFAS y los gases fluorados, la creación de un programa europeo de vigilancia del TFA en los alimentos y el agua, y la aplicación estricta del principio de precaución en la regulación de las sustancias químicas.
Los investigadores concluyen que cada año que pasa y que no se toman medidas, se está sumando más TFA al medio ambiente, a los alimentos y a nuestro organismo, incrementando los riesgos para nuestra salud y para las futuras generaciones. Podéis conocer el estudio a través de este artículo publicado en la página de PAN Europe, y con más detalle a través de este documento (Pdf).
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