El dióxido de titanio (E171) se relaciona con enfermedades inflamatorias intestinales y el cáncer colorrectal

Un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Sidney (Australia) concluye que el dióxido de titanio (E171) puede afectar al funcionamiento del microbioma intestinal, provocando enfermedades inflamatorias intestinales y cáncer colorrectal. Se puede decir que esta investigación está. en cierto modo, relacionada con los resultados de la realizada por expertos de la Universidad de Binghamton y la Universidad Estatal de Nueva York, en la que se concluía que las nanopartículas de dióxido de titanio podían afectar a los procesos digestivos.

Recordemos que el dióxido de titanio (E171), es una sustancia utilizada por la industria alimentaria para blanquear y dar un efecto opaco a los alimentos, se utiliza sobre todo en los productos de panadería y confitería, en las salsas, caramelos, productos lácteos, etc. Este aditivo está presente en muchos productos que se comercializan en el supermercado y normalmente se encuentra en cantidades elevadas, lo que quiere decir que un consumidor fácilmente consume una alta proporción de este aditivo de forma regular.

Merece la pena recordar que en 2016 la EFSA (Agencia de Seguridad Alimentaria de la Unión Europea) realizó una reevaluación del dióxido de titanio, colorante blanco obtenido a partir de la roca mineral ilmenita, determinando que no representaba un problema para la salud de los consumidores. Sin embargo, recomendaba llevar a cabo nuevos estudios para eliminar varias lagunas de conocimiento, a esto hay que añadir que, debido a la falta de datos, no se concretó una ingesta diaria admisible, de ahí que sea un aditivo que se utiliza en cantidades elevadas.

A raíz de los diferentes estudios posteriores realizados, cuyos resultados han apuntado que este aditivo es un riesgo para la salud humana, recientemente se solicitó a la Comisión Europea que prohibiese el dióxido de titanio en los productos alimenticios. De momento, la CE no ha contestado a esta petición y debería considerarla, al menos remitir los resultados de los estudios realizados hasta el momento a la EFSA, ya que son posteriores a la última reevaluación realizada por la agencia.

En la nueva investigación realizada por la Universidad de Sidney, los expertos comentan que está demostrado que la composición de la dieta tiene un impacto significativo en la fisiología y salud de los seres humanos, sin embargo, el papel que tienen los aditivos no esta muy claro. Este estudio muestra una clara evidencia de que el consumo de alimentos que contienen el aditivo E171 afecta a la microbiota y provoca el incremento de las señales inflamatorias que pueden derivar en enfermedades inflamatorias intestinales y el cáncer colorrectal. En este estudio, se administraron dosis diarias de 0, 2, 10 y 50 miligramos por kilo de peso corporal a un grupo de roedores de laboratorio a través del agua.

Al cabo de cuatro semanas se realizó un análisis a las células intestinales, a los tejidos y al ADN, constatando que el dióxido de titanio tenía un impacto mínimo en la diversidad de la flora bacteriana, pero se apreció un aumento de la inflamación del intestino, un impacto en las funciones bacterianas cambiando los metabolitos liberados y provocando un aumento de la formación de biopelículas y afectando a los genes de las células que se localizan en la capa superior del moco intestinal y las proteínas antimicrobianas de su superficie.

Estos resultados demuestran que el aditivo afecta significativamente a la homeostasis intestinal en los roedores y en menos tiempo que a los seres humanos. Respecto a las diferentes dosis utilizadas, los expertos comentan que cuanto mayor era la dosis, mayores eran los cambios experimentados. Según los investigadores, una persona adulta puede consumir diariamente y a lo largo de toda su vida, entre 0’7 y 5’9 mg de dióxido de titanio por kilo de peso corporal, sin embargo, el grupo de mayor riesgo son los niños, ya que pueden estar expuestos a una ingesta de 32’4 mg por día y kilo de peso corporal.

Los expertos comentan que el aditivo, además de crear un entorno proinflamatorio y la formación de una biopelícula (algo que aumenta el riesgo de enfermedades intestinales y cáncer), tiene un impacto en los metabolitos bacterianos como el acetato, elemento que ofrece protección contra enfermedades como la colitis, las alergias alimentarias, el cáncer de colon, etc., por lo que se constata que el dióxido de titanio reduce este efecto protector. Aunque se habla sólo de los intestinos, no hay que olvidar que un estudio realizado por expertos del Instituto Científico de Investigación Agronómica de Francia, demostró que las nanopartículas de dióxido de titanio se extienden por todo el organismo.

Queda mucho por investigar, se estudia cómo afecta el aditivo E171 al organismo, pero es necesario investigar también cómo afecta a la salud si se combina con otros aditivos que están presentes en los alimentos. Los expertos consideran imperioso que se regule el consumo de este aditivo cuya finalidad es puramente estética y únicamente beneficia a la industria alimentaria. Podéis conocer todos los detalles de la investigación a través de este artículo publicado en la página web de la universidad, y en este otro publicado en la revista científica Frontiers in Nutrition.

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