Olimpiadas de Beijing 2008, desconfianza con la alimentación de los atletas

En unos meses comenzarán las Olimpiadas de Beijing 2008, y un tema que preocupa seriamente a varios de los países que participan en los juegos es la alimentación de sus atletas. Durante el pasado año se dieron muchísimos escándalos alimentarios relacionados con China, alimentos adulterados, con medidas higiénicas deficientes, con aditivos o conservantes prohibidos, con hormonas y un largo etcétera, han puesto en alerta a algunos países que han decidido llevarse a los Juegos Olímpicos sus propios alimentos a fin de evitar los riesgos de salud o los riesgos de que en los análisis anti-dopaje puedan aparecer algunas de las sustancias que se encuentran prohibidas por el código olímpico.

Es algo habitual utilizar en China hormonas, antibióticos u otras sustancias que están prohibidas en otros países del mundo, la finalidad es obtener la máxima producción y rentabilidad. Cualquier producto se encuentra sometido a examen, y en muchos casos se han encontrado serias deficiencias que pueden poner en riesgo la salud del consumidor. Han sido varias las medidas que ha adoptado el Gobierno chino para intentar cambiar la actual imagen que ofrece el país, nuevas políticas sobre los productos agroalimentarios, controles más eficientes en los que se incorporan sistemas de seguimiento y registro alimentario, desde la producción del alimento hasta el lugar donde se comercializa, podría decirse que se realiza un sistema de trazabilidad similar al adoptado por la Unión Europea. Se persigue a las empresas que trabajan de forma clandestina y se clausuran un buen número de ellas a fin de mejorar la alimentación que se ofrece al consumidor.

Incluso se han preparado nuevas etiquetas que garanticen la calidad de los productos, son etiquetas que avalan que se han realizado los controles sanitarios pertinentes que garantizan la salubridad de los alimentos, además, los propios productores chinos han adoptado otras medidas de propia iniciativa que acompañan a las medidas adoptadas con el Comité de los Juegos Olímpicos, medidas que velan rigurosamente por la calidad de los alimentos. Aún así, no terminan de convencer a algunos países participantes en los Juegos Olímpicos, aunque hay que decir que tienen sus razones.

Estados Unidos anunció que se llevaría su propia comida para alimentar a los atletas norteamericanos, once toneladas de alimentos, además de viajar con sus propios chefs. La causa de esta reciente decisión ha sido el descubrimiento, por parte del Comité Olímpico de Estados Unidos, de medias pechugas de pollo con un tamaño descomunal, llegaban a los 35 centímetros, en un supermercado chino. Se trata de pollos cargados de esteroides utilizados para obtener animales grandes y que indudablemente hubieran provocado en el atleta un positivo en el control anti-dopaje. Además de los esteroides, también se encontraron restos de antibióticos, insecticidas y diversas drogas con las que se engorda al ganado de aquel país. Evidentemente los controles chinos no hubieran permitido la entrada de este tipo de productos a la Villa Olímpica, pero Estados Unidos no se fía.

China manifiesta que no hay nada que temer y reafirma su seguridad alimentaria en la Villa Olímpica, sus argumentos se basan en el duro trabajo realizado durante los últimos meses para garantizar la seguridad alimentaria. También recuerda a los estadounidenses que está prohibido llevar comida al país por razones de seguridad y que la decisión norteamericana rompe la armonía olímpica.

Ahora, el Comité Olímpico de Estados Unidos se desdice y reafirma su fe en el sistema chino de vigilancia alimentaria anunciando que, finalmente, los atletas estadounidenses comerán en la Villa Olímpica (lo que implica comer los alimentos chinos). Sin embargo, los planes de llevar la comida se mantienen y el argumento que ofrecen para ello es que serán alimentos para el personal que no entrará en la Villa Olímpica, es decir, para los que no son atletas.

Es posible que las declaraciones no muestren las verdaderas intenciones norteamericanas a fin de salvaguardar el buen desarrollo de las Olimpiadas y que realmente, los alimentos que quieren introducir en el país sí sean los que consumirán los atletas norteamericanos. Estos cambios tan drásticos en las decisiones levantan muchas sospechas.

En fin, todavía deben pasar algunos años para que los Gobiernos y los consumidores de otros países recuperen la confianza en los productos chinos, tantas alarmas y escándalos alimentarios, no se olvidan en dos días.

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