La relación entre alimentación y salud se transforma gracias a la inteligencia artificial

La relación entre alimentación y salud se transforma gracias a las nuevas tecnologías, y especialmente impulsada por la inteligencia artificial. Es una realidad que empieza a cambiar cómo entendemos lo que comemos, cómo cuidamos nuestro bienestar y cómo se gestionan los recursos alimentarios. En un mundo donde comer de forma saludable sigue siendo complicado para muchas personas, sea por falta de tiempo, por falta de información o por la instauración de malos hábitos, la IA se está convirtiendo en un aliado accesible, práctico y muy personalizable.

Durante muchos años los consejos nutricionales han sido generalistas, comer más verduras, reducir el azúcar, moderar la adición de sal… y aunque son recomendaciones muy válidas, no consideran que cada persona metaboliza los alimentos de una forma distinta. En este sentido, la inteligencia artificial está cubriendo ese vacío.

Actualmente podemos encontrar aplicaciones que son capaces de reconocer las comidas con una simple fotografía, calcular raciones, calorías, macronutrientes e incluso micronutrientes. Se trata de una automatización que reduce errores, agiliza el seguimiento del plan alimentario y permite tomar decisiones más informadas. Algunos modelos de análisis alcanzan niveles de precisión que rondan el 90 % a la hora de identificar alimentos, lo que permite convertir el teléfono móvil en un pequeño nutricionista de bolsillo.

Otras plataformas combinan los datos corporales como la glucosa, las respuestas metabólicas, el microbioma, etc., a fin de ofrecer recomendaciones dietéticas 100 % personalizadas, algo que era impensable hace unos años. Para las personas que padecen diabetes o problemas metabólicos, o para quienes buscan optimizar la salud, este tipo de herramientas tecnológicas suponen dar un salto cualitativo. También se trabaja en el desarrollo de plataformas como EatItAll, cuyo cometido es crear alimentos saludables con ayuda de la inteligencia artificial.

La inteligencia artificial puede ayudar a saber qué hay en el plato y también como nuestro organismo reacciona a esos alimentos. Se trata de la denominada nutrición de precisión que proporciona beneficios muy concretos, como la mejora del control glucémico, la regulación del apetito y la saciedad, la optimización de los indicadores cardiometabólicos y un mejor seguimiento de los patrones alimentarios saludables. La clave es la interacción entre los datos de nuestro organismo y las recomendaciones alimentarias, y es que la alimentación deja de ser un conjunto de reglas generales para convertirse en un plan dinámico, que se ajusta a unas respuestas biológicas reales. Por cierto, merece la pena dar un vistazo a The Drop, un innovador dispositivo que redefine el monitoreo de la nutrición con inteligencia artificial y visión por ordenador.

Pero el impacto de la IA va más allá de la salud individual, también está ayudando a combatir el desperdicio alimentario que, como sabemos, supone un enorme coste económico y ambiental. Para ello existen aplicaciones que escanean y analizan la nevera o la despensa, reconocen los alimentos y su estado, registran las fechas de consumo preferente y caducidad, sugieren recetas de cocina basadas en lo que ya se tiene, por ejemplo a partir de sobras de comida facilitan reducir las compras innecesarias.

Todo lo citado reduce el desperdicio alimentario y además, impulsa una alimentación más sostenible, económica y consciente. En las cocinas profesionales o colectivas, los sistemas de inteligencia artificial ya están consiguiendo una reducción de los residuos y desperdicio alimentario que ronda el 70 %, lo que demuestra su enorme potencial a gran escala.

La IA facilita y automatiza, pero no sustituye el criterio ni los hábitos, su mayor valor aparece cuando se combina con la educación alimentaria y la motivación personal. Gracias a las nuevas tecnologías basadas en IA para comer de forma saludable se necesita menos esfuerzo, es más fácil identificar patroneas alimentarios negativos, la planificación de la alimentación se vuelve más intuitiva, cocinar en el hogar es más sencillo, y tomar decisiones alimentarias informadas es posible para cualquier persona.

Recordemos que la inteligencia artificial no impone dietas, su cometido es acompañar, traducir la información y democratizar el acceso a una nutrición de calidad. Claro que, aunque el panorama es prometedor, hay muchos desafíos que aún se deben superar, como la precisión incompleta en los platos complejos o que tienen ingredientes ocultos, la dependencia tecnológica para quienes no quieren utilizar aplicaciones, el problema de la gestión sensible de los datos personales y especialmente los biométricos, la necesidad de recibir una educación alimentaria que complemente esta tecnología.

Un futuro donde comer bien sea más fácil está cercano, la transformación de la alimentación impulsada por la inteligencia artificial puede marcar un antes y un después en nuestra relación con la alimentación, será más personalizada, más saludable, se generará menos desperdicio y conoceremos y entenderemos mejor lo que comemos. No se trata de soluciones mágicas, son herramientas poderosas que bien integradas, pueden mejorar nuestra calidad de vida y también la del planeta.

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