Toxic Harvest: la verdad oculta sobre los pesticidas y el veneno que vuelve a nuestras mesas

En anteriores ocasiones hemos hablado de los “plaguicidas boomerang”, y hoy recuperamos el tema por el documental “Toxic Harvest: la verdad oculta sobre los pesticidas”, un trabajo dirigido por la cineasta sudafricana Andréa Gema y producido por Jan Urhahn y Refiloe Joala de la Fundación Rosa-Luxemburg. En este film se expone con gran valentía un tema en el que todo el mundo está involucrado: cómo los plaguicidas prohibidos en Europa, siguen siendo fabricados y exportados hacia terceros países, donde causan daños irreversibles en la salud humana, el medio ambiente y la justicia social.

Lejos de ser un relato local sobre lo que ocurre en Sudáfrica, Toxic Harvest da a conocer una red de intereses globales que conecta a las grandes corporaciones agroquímicas, las políticas comerciales europeas y los alimentos que llegan cada día a nuestros platos, se trata de una “cosecha tóxica” que no distingue fronteras y que vuelve a la mesa de los consumidores europeos, de ahí el nombre de plaguicidas boomerang.

El documental se ha estrenado este año, tiene una duración de 64 minutos y ha sido filmado en inglés y afrikáans. Combina los testimonios de trabajadores agrícolas y se realizan entrevistas a científicos, activistas y expertos en salud ambiental, es un poderoso trabajo visual que muestra los rostros y paisajes que están afectados por los productos agroquímicos. Pone el foco en el uso de esos plaguicidas altamente peligrosos en Sudáfrica, país donde se han registrado más de 9.000 productos fitosanitarios. Sólo entre el año 2019 y el año 2023, se importaron productos agroquímicos por unos 2.000 millones de euros, y se exportaron otros 750 millones a países vecinos como Zambia o Zimbabue. Lo más alarmante es el hecho de que 192 pesticidas altamente peligrosos siguen siendo legales en el país, y un tercio de ellos están prohibidos en la Unión Europea.

Detrás de las cifras se esconden vidas reales, hombres y mujeres que trabajan en los campos sudafricanos y que están expuestos diariamente a sustancias tóxicas, sin el equipo de protección necesario, sin formación y sin información clara sobre los riesgos a los que están expuestos. Muchos viven junto a las tierras fumigadas, lo que significa que no sólo se intoxican en sus labores agrícolas, también en sus hogares al respirar el aire contaminado o al beber agua que irremediablemente contiene residuos de pesticidas.

La Organización Mundial de la Salud calcula que cada año se producen 385 millones de intoxicaciones agudas por pesticidas en el mundo, cifra que multiplica por quince los casos registrados hace unos 30 años, en este sentido, el documental da rostro y voz a esas estadísticas.

El documental también destapa un tema incómodo, el doble estándar o doble rasero de los países industrializados. Mientras la Unión Europea prohíbe el uso de determinadas sustancias en su territorio por considerarlas peligrosas, permite que sus empresas las sigan fabricando y exportando a países con leyes precarias, regulaciones más laxas, y se podría decir con corrupción institucionalizada. Como hemos comentado, este fenómeno se conoce como el de los “plaguicidas boomerang”: productos que Europa expulsa por peligrosos, pero que luego regresan en los alimentos importados como frutas, verduras o cereales contaminados con residuos invisibles.

De este modo los consumidores europeos que creen estar protegidos por una legislación estricta, terminan ingiriendo esas mismas sustancias que se intentaron prohibir. Según la EFSA (Agencia de Seguridad Alimentaria de la Unión Europea), se han detectado residuos de pesticidas prohibidos en productos tan comunes como los tomates, las fresas, el arroz, las pasas o bananas importadas.

Como hemos explicado en otras ocasiones, el problema no se limita a la salud humana, estos compuestos también destruyen los ecosistemas. Se pueden citar los neonicotinoides que están prohibidos en la UE por su efecto devastador sobre las abejas, pero que siguen exportándose a terceros países, contribuyendo a la desaparición de unos polinizadores que son esenciales para la vida en el planeta.

El resultado de todo esto es una paradoja moral y ambiental, Europa se presenta como líder en sostenibilidad, mientras externaliza sus venenos y condena a comunidades rurales enteras de África, Asia y América del Sur, a convivir con los residuos tóxicos de un sistema agrícola global que está dominado por las corporaciones. El documental Toxic Harvest señala con nombres y cifras a los principales implicados en esta crisis, Bayer, BASF, Syngenta y Corteva, que controlan aproximadamente dos tercios del mercado mundial de los productos agroquímicos. El 60 % de las ventas de pesticidas altamente peligrosos de estas compañías, se concentran en los mercados emergentes de los citados continentes.

Estas compañías aprovechan las debilidades regulatorias, la falta de formación de los agricultores y la escasez de equipos de protección para mantener un negocio multimillonario. Como suele ocurrir, los beneficios se anteponen a la salud de las personas y a la vida misma, así lo asegura en el documental la activista Dr. Colette Solomon del Women on Farms Project, una organización feminista sudafricana que defiende los derechos laborales de las mujeres del mundo rural.

El director de fotografía, Marco King, muestra con total crudeza los rostros de quienes manipulan estos productos fitosanitarios peligrosos sin guantes ni mascarillas, así como los paisajes contaminados por las fumigaciones aéreas. Intenta mostrar bellas escenas que a la vez, son aterradoras, un contraste que refleja la tragedia ambiental que se oculta tras la aparente prosperidad agrícola que, a largo plazo, pasará factura.

El productor Jan Urhahn denuncia que el marco legal que regula los pesticidas en Sudáfrica, el “Fertilisers, Farm Seeds, Agricultural Remedies and Stock Remedies Act” de 1947, sigue vigente prácticamente sin modificaciones desde la era del apartheid (sistema oficial de segregación racial impuesto en Sudáfrica entre 1948 y 1994). Esto quiere decir que la legislación no contempla los descubrimientos científicos sobre los efectos crónicos de los pesticidas en la salud, ni los impactos acumulativos en el medioambiente. Es un sistema que fue diseñado para promover la productividad y el comercio, en absoluto para proteger la vida.

Pruebas aleatorias realizadas en frutas y verduras han encontrado residuos de 14 pesticidas muy peligrosos, con nueve muestras que superan los límites legales establecidos, y doce de esos productos están prohibidos en la UE. La contaminación del suelo y del agua amplifica el problema, extendiendo el daño a ecosistemas enteros y a las comunidades que dependen de ellos.

El objetivo de Toxic Harvest no es incitar al caos, sino a la reflexión y a la acción colectiva. Como dice la directora del documental, si el cambio desde arriba parece imposible, el poder debe venir desde abajo, la gente que está siendo perjudicada debe actuar. Hay mucho más que decir de este documental sobre el riesgo invisible de los plaguicidas boomerang, así como de los tejemanejes políticos y económicos que giran en torno a ellos. Os recomendamos ver el tráiler del documental y conocer con detalle su contenido a través de su página oficial.

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