Detectada la presencia de microplásticos en el torrente sanguíneo humano

Los estudios científicos han podido constatar la presencia de microplásticos y nanoplásticos en el pescado y el marisco tanto de mar como de río, en las tierras de cultivo, en el aire, en diferentes alimentos de consumo humano, en el agua, etc. Por ello, no nos sorprenden los resultados del estudio realizado por investigadores de la Universidad Libre de Ámsterdam (Vrije Universiteit Amsterdam), en el que se ha detectado la presencia de microplásticos en el torrente sanguíneo humano.

Hay que recordar que, según un trabajo realizado por expertos de la Universidad de Victoria (Canadá), los seres humanos consumimos gran cantidad de microplásticos, concretamente decenas de miles de partículas de microplástico anualmente, que proceden de prendas de vestir, de la degradación de envases plásticos, etc., y que acceden a nuestro organismo a través de distintos canales, uno de ellos la alimentación.

Según los expertos, se trata de un estudio que demuestra por primera vez que las partículas de plástico acceden al sistema sanguíneo, el siguiente paso es realizar nuevos estudios para determinar el alcance de la contaminación por plástico en los seres humanos, así como conocer con qué facilidad pueden pasar estos microplásticos y nanoplásticos a los tejidos y órganos, información que contribuirá a determinar, según comentan, si estas partículas suponen un riesgo de salud pública.

Hay que recordar que en el año 2020 esta investigación de la Universidad Estatal de Arizona ponía de manifiesto la presencia de microplásticos y nanoplásticos en órganos y tejidos humanos. También merece la pena tener en cuenta otros estudios relacionados con el tema que ya apuntan a la toxicidad de los microplásticos en seres humanos, como este realizado por la Universidad de Utrecht en el que se concluía que las partículas plásticas provocaban la muerte de las células inmunes poco después de que fagocitaran dichas partículas. Otro estudio realizado por investigadores de la Universidad Estatal de Florida (Estados Unidos) mostraba que las partículas de plástico afectan a las células pulmonares humanas, alterando su forma y desacelerando su metabolismo.

En el trabajo de la Universidad Libre de Ámsterdam, los expertos desarrollaron un sistema de análisis cuya finalidad era detectar la presencia de cinco polímeros distintos en la sangre donada por 22 personas anónimas. Los resultados mostraron que el 75% de las muestras, contenían microplásticos y nanoplásticos perfectamente medibles, lo que demuestra que los seres humanos son contaminados con partículas de plástico en su entorno y vida diaria normal, y el 25% de las muestras restantes no tenían cantidades detectables de partículas de plástico.

Según los análisis realizados, la concentración media de microplásticos en sangre era de 1,6 µg/ml (microgramos por mililitro), los investigadores explican que el PET (tereftalato de polietileno), el polietileno y los polímeros de estireno, son los materiales plásticos con mayor presencia en el torrente sanguíneo. En segundo lugar se detectaron partículas de poli (metil-2 metilpropenoato) medibles, y aunque también se detectó la presencia de polipropileno, la concentración en las muestras era demasiado baja como para poder medirse con precisión.

Los expertos se preguntan con qué facilidad pueden pasar estas partículas del torrente sanguíneo a los tejidos y órganos, por ejemplo, al cerebro, al hígado, etc., y como hemos comentado antes, se pretende obtener más información sobre los posibles efectos que estas partículas pueden tener en la salud humana, así como determinar las posibles soluciones para limitar sus efectos en la salud. A medida que aparezcan nuevas investigaciones, se tendrá una idea más clara sobre los efectos de los microplásticos y nanoplásticos en el organismo, hay que recordar que hasta el momento, no está claro si el plástico es simplemente un material indeseable en el organismo o si representa un riesgo para la salud.

La investigación forma parte del proyecto Immunoplast y podéis conocer todos los detalles a través de este artículo publicado en la revista científica Environment International.

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