La Iniciativa Ciudadana Europea Pro NutriScore no funciona

En mayo de este año se registró la ICE (Iniciativa Ciudadana Europea) Pro NutriScore, en la que se pide a la Unión Europea que introduzca de forma obligatoria el etiquetado NutriScore en los productos alimenticios, a fin de poder garantizar a los consumidores el acceso a una información nutricional de calidad que facilite elegir los alimentos con conocimiento. Recordemos que Francia fue el primer país en introducir este etiquetado, posteriormente, otros países también lo han introducido o preparan su introducción, como es el caso de Bélgica, España o, más recientemente, Alemania.

Como ya hemos explicado en otras ocasiones, la etiqueta NutriScore proporciona la información a los consumidores mediante una codificación de cinco colores que van del rojo al verde en cinco niveles (cinco letras). El verde informa de que la calidad nutricional del producto es óptima, en el otro extremo se encuentra el rojo, color que destaca el exceso de grasas, sal o azúcares añadidos presentes en los productos alimenticios. Pues bien, nos ha sorprendido comprobar que la Iniciativa Ciudadana Europea Pro NutriScore no funciona, eso es lo que se deduce tras comprobar que tras varios meses de campaña, sólo se han recogido algo más de 74.000 firmas del millón de firmas necesarias para que pueda prosperar y seguir los siguientes pasos.

Una Iniciativa Ciudadana Europea (ICE) es un mecanismo con el que los ciudadanos pueden presentar iniciativas para legislar sobre determinados temas, influyendo así en sus políticas. Pero, como ya hemos comentado en otras ocasiones, este tipo de acciones en la práctica no parecen servir de mucho, decimos esto porque la mayoría de las que hemos conocido no han alcanzado su objetivo. En este caso, la ICE tiene la finalidad de apelar a la Comisión Europea para que proponga a los países comunitarios la introducción del etiquetado NutriScore, pero para que se pueda aceptar este instrumento de democracia participativa, se necesitan un millón de firmas de, al menos, siete de los países comunitarios.

La ICE ha sido promovida por la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) y varias organizaciones de otros países como, por ejemplo, UFC-Que Choisir de Francia, VZBV de Alemania, Federajca Konsumentow de Polonia, Consumentenbond de Holanda, etc., todas ellas integrantes de BEUC (Organización Europea de Consumidores). En España, la OCU hizo una presentación de la iniciativa, explicando todas las ventajas del etiquetado y por qué era necesario que se instaurase en Europa.

Dados los resultados que se están obteniendo y considerando que la ICE tiene de plazo para su cierre hasta el 8 de mayo de 2020, quizá es necesario que las organizaciones que la promueven recuerden que la Iniciativa Ciudadana Europea Pro NutriScore está en marcha y que se necesita alcanzar el millón de firmas. Es necesario poner en marcha campañas informativas a nivel comunitario y no dejar que pase el tiempo sin más, ya que de lo contrario la ICE está abocada al completo fracaso.

Según los resultados y hasta el momento, Francia es el país que más ha apoyado la iniciativa con 51.774 firmas de consumidores, le sigue los Países Bajos con 13.109, Bélgica con 3.440 y Alemania con 3.339. El resto de países no llega a las 1.000 firmas, de este grupo, el que más aporta es España con 980 firmas, el resto destaca por tener una nula participación. Analizando el umbral de cada país (el mínimo de apoyos o firmas que se deben obtener por país), se puede decir que la iniciativa no prosperará, a no ser que las organizaciones que la han promovido den un giro a la situación.

Creemos que puede ser beneficiosa la introducción de NutriScore en todos los países de la UE, por lo que aportamos nuestro granito de arena para que se dé a conocer la Iniciativa Ciudadana Europea Pro NutriScore y en qué situación se encuentra, ya que sólo con la colaboración de los ciudadanos se podrá alcanzar el número de firmas necesarias. Claro, que hay que tener en cuenta que, aunque se consiguiera el objetivo, habría que esperar a que la CE se pronunciase en el plazo de tres meses sobre si cursa o no la solicitud y siempre justificando la decisión que adopte. En el caso de que fuera rechazada, al menos la UE sabría que son muchos los consumidores europeos que quieren un etiquetado alimentario transparente (aunque tiene sus cosas), fácil de entender y capaz de ayudarles a tomar decisiones informadas.

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