Cítricos con más carotenoides

No se tardará mucho en empezar a producir cítricos con más carotenoides gracias al hallazgo realizado por un grupo de investigadores del CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Cientificas), los expertos han logrado identificar en los cítricos un nuevo gen denominado licopeno b-ciclasa 2 (bLCY2), responsable de la acumulación de carotenoides en la pulpa y la piel de estas frutas.

Los carotenoides son pigmentos orgánicos que los seres humanos no podemos sintetizar y debemos obtener a través de la alimentación, son compuestos de gran importancia por la función biológica que desempeñan como pro-vitamina A, un tipo de vitamina liposoluble que contribuye en la buena salud dental y de los tejidos blandos y óseos. De hecho, la pro-vitamina A es un elemento esencial que como comentábamos, sólo puede recibir nuestro organismo a través de la alimentación.

El caso es que se podrán desarrollar cítricos con más carotenoides gracias a la manipulación del gen licopeno b-ciclasa 2 (bLCY2), uno de esos carotenoides beneficiosos sería el licopeno, un pigmento vegetal que presenta numerosas propiedades antioxidantes protegiendo a las células del organismo del denominado extrés oxidativo que se produce por la acción de los radicales libres. La investigación realizada por los expertos del CSIC muestra que en el caso de las naranjas, el mencionado gen se encuentra implicado en la conversión del licopeno a beta-caroteno, elemento que se transforma en nuestro organismo en Vitamina A.

Los cítricos son una fuente importante de carotenoides, aunque se presentan en distintos niveles dependiendo del tipo de cítrico, en las naranjas la pulpa presentaría un contenido reducido en carotenoides, caso contrario al de las mandarinas. Aunque el cítrico que más destacaría en contenido de carotenoides, y concretamente de licopeno, sería el pomelo rojo.

La manipulación del gen permitiría obtener naranjas con una pulpa rica en licopenos, y por tanto serían más beneficiosas. Por cierto, este tipo de modificación no tiene nada que ver con las modificaciones genéticas que originan los conocidos alimentos transgénicos como el maíz Mon 810.

Puedes consultar más datos del estudio a través de la revista científica electrónica Journal Experimental Botany.

Vía | El Economista
Foto | Carlos Reusser

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