El tomate de árbol (Cyphomandra betacea o Solanum betaceum), también conocido como tamarillo, tomate andino o sachatomate, es el fruto de un arbusto originario de los Andes peruanos que pertenece a la familia de las Solanáceas, como las patatas, las berenjenas o los pimientos entre otros. Se cultiva en Perú, Brasil, Colombia, Chile, Bolivia, Ecuador, Nueva Zelanda, Sudáfrica, Portugal o California (EE.UU.)… es un arbusto de unos tres metros de altura, que precisa de suelos fértiles, húmedos, resguardados del viento y el frío.
El tomate de árbol o tomate andino es un fruto ovoide y hay tres variedades, la más habitual en nuestro mercado es la de color rojo, en ocasiones con estrías anaranjadas, y también está la variedad naranja y la amarilla. Su piel es fina, firme y brillante, y su pulpa es similar a la del tomate, jugosa, con semillas en su interior (más tiernas en la variedad naranja, que también es la variedad más dulce) envueltas en gelatina y la carne tierna.
El sabor del tomate de árbol o tamarillo es agridulce, varía según el punto de maduración, y evidentemente, según la variedad, la piel suele desecharse porque resulta algo amarga. Es un fruto que se puede consumir crudo o cocinado, en platos salados o en postres, es muy habitual hacer mermeladas, zumos y salsas picantes o especiadas con tomate de árbol, tanto como abrirlo por la mitad, espolvorear azúcar y comer directamente con una cuchara, como en ocasiones se hace con los kiwis.
Sus propiedades nutricionales son interesantes, además de estar compuesto en su mayoría por agua (cerca de un 90%) y ser poco calórico, es rico en vitaminas como la provitamina A, la C y algunas del tipo B (B6). Además ofrece minerales como el hierro, el magnesio, el potasio y el fósforo, y también aporta carbohidratos, proteínas y fibra.
En nuestro mercado lo podemos encontrar todo el año, en tiendas o fruterías especializadas o bien surtidas, a un precio un tanto elevado, ayer lo compramos a algo más de 9 euros el kilo. El tomate de árbol es muy delicado, generalmente lo encontraremos protegidos por mallas y debemos elegir las piezas sin imperfecciones, brillantes y sin golpes, su punto de madurez se palpa cuando cede levemente a una ligera presión con los dedos, si está verde conviene dejarlo madurar a temperatura ambiente, y si está en su punto, convendrá conservarlo en el frigorífico y no demorarse en su consumo.