Los fideos instantáneos también conocidos como ramen, yakisoba o bajo marcas populares como Yatekomo, se han convertido en una solución rápida para muchos estudiantes, trabajadores con poco tiempo o personas que buscan una comida fácil y rápida de preparar. Basta con añadir agua caliente al preparado, y en pocos minutos se obtiene un plato listo para comer. Pero, tras esa comodidad se esconde un problema nutricional que nadie debería ignorar, por ello es necesario dar a conocer los riesgos para la salud y cuáles son los fideos instantáneos menos malos de toda la oferta del mercado.
De acuerdo con la organización de consumidores Foodwatch, estos productos pueden ser una auténticas “bombas de sal”, algo nada recomendable para nuestro organismo. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda un máximo de 5 gramos de sal al día en las personas adultas, pero algunas variedades de estos fideos instantáneos comerciales superan con creces esa cifra. En la investigación realizada por Foodwatch, se han encontrado fideos instantáneos con hasta 7’5 gramos de sal por ración, lo que supone un 150% de la cantidad diaria recomendada por la OMS.
En otras palabras, un sólo vaso de fideos puede contener toda la sal permitida para casi dos días de alimentación, un exceso que inevitablemente favorece la hipertensión arterial, las enfermedades cardiovasculares y los accidentes cerebrovasculares. Además, en algunos estudios epidemiológicos la ingesta frecuente de este tipo de preparados, se ha asociado a un mayor riesgo de alteraciones metabólicas y problemas cardiometabólicos, sobre todo en aquellas personas que los consumen de forma regular y habitual.
A principios de año hablábamos de este estudio realizado por la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) sobre este tipo de productos. La OCU llevó a cabo un análisis comparativo de 45 variedades de fideos instantáneos disponibles en supermercados como Mercadona, Lidl, Carrefour y Dia, incluyendo marcas conocidas como Maggi o Gallina Blanca. Los resultados generales fueron negativos, la mayoría de estos fideos instantáneos presentaban niveles de sodio excesivos, grasas de baja calidad, aditivos, conservantes y potenciadores de sabor como el glutamato monosódico.
El producto final (sopas instantáneas) era calórico, pobre en fibra, proteínas y vitaminas, nada que ver con una sopa casera de estilo asiático con verduras, huevo o tofu. Sin embargo, este estudio de la OCU sí identificó un producto que se podía definir como “menos malo”: los Maggi Fusian Fideos Orientales Curry, que alcanzaron 70 puntos sobre 100 en el análisis y fueron catalogados como de “buena calidad” dentro de su categoría, pero los 44 productos restantes se situaron en rangos de calidad media o baja.
Aunque lo más recomendable (no por nuestra parte, por supuesto) es consumir estos productos de forma muy ocasional (lo mejor es no consumirlos), hay quien afirma que se pueden seguir algunas pautas para reducir el impacto de estos alimentos preparados en la salud. Invitan a leer bien la etiqueta y comprobar el contenido de sal por ración, usar menos condimento reduciéndolo a la mitad o incluso evitar el sobre de sabor, ya que concentra casi toda la sal. Pero eso es lo mismo que comprar los fideos (como se compran normalmente los espaguetis u otra pasta) y hacer un caldo casero para que le aporte sabor. Y para que resulte más nutritivo se puede añadir verduras, huevo, tofu, pollo, gambas…
Si buscáis en Gastronomía y Cía encontraréis muchas opciones para todos los gustos y preferencias. Por daros algunas ideas, podemos mostraros nuestra rica sopa de pollo y fideos, esta sopa de miso con fideos soba o el delicioso curry laksa con gambas.
Cierto es que los fideos instantáneos son económicos y perfectos para no mover un dedo en la cocina, pero los profesionales de la salud no los recomiendan. Que los estudios de Foodwatch y de la OCU sirvan, al menos, para concienciar a la población de que un consumo frecuente de este ultraprocesado, aumenta el riesgo de problemas cardiovasculares y metabólicos, y aunque algunas marcas puedan considerarse “menos malas”, ninguna supera en calidad ni beneficios nutricionales a una sopa casera hecha con ingredientes frescos.
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