Desaparece el Departamento de Agroecología español, algo incomprensible teniendo en cuenta los logros y mejoras obtenidas gracias al trabajo que desarrollaban en él los científicos a favor de una agricultura con criterios ecológicos evitando los tóxicos en la producción de alimentos. Por poner algún ejemplo, se puede hablar del éxito al haber conseguido sustituir el bromuro de metilo por la biodesinfección mediante la aplicación de materia orgánica sobre algunos cultivos.
El bromuro de metilo se ha utilizado como un producto económico con varias aplicaciones que actúan como insecticida, herbicida, fungicida, etc., de hecho, la industria agraria se volvió muy dependiente de este producto. El bromuro de metilo tiene problemas de degradación pudiéndose acumular en exceso en los campos de cultivo donde se aplique y pudiendo constituir un peligro para la salud humana al ser un elemento cancerígeno. Ya en 1993 se consideró como una sustancia activa responsable de la degradación de la capa de ozono y se acordó reducir poco a poco su utilización hasta llegar a una completa prohibición.
Pues bien, el único Departamento de Agroecología de España logró que se redujera la utilización de hasta 5.000 tm de producto en suelo español ofreciendo una alternativa igual de efectiva elaborada a base de vinaza de remolacha a un precio muy asequible.
La implicación ecológica de este departamento era notable, su máximo responsable, el profesor Antonio Bello Pérez, es vicepresidente de la Sociedad Española de Agricultura Ecológica (SEAE), además es consultor de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la agricultura y la alimentación) y es uno de los más destacados investigadores que buscan la sostenibilidad, el respeto por el medio ambiente y la alimentación proporcionando alternativas a las fumigaciones químicas que se realizan en los cultivos de todo el mundo.
El motivo de eliminar tan útil herramienta para preservar el medio ambiente es quizá un poco absurdo, al parecer, el CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas) al cual pertenecía el Departamento de Agroecología, manifiesta que los trabajos que se realizaban no se consideran en la directrices del CSIC. Sin duda, es sorprendente que tras 16 años de trabajos desarrollados en el departamento y con logros científicos constatados para la producción de alimentos ecológicos, se declare algo así.
Obviamente el profesor Antonio Bello Pérez se lamenta, el cierre es inminente y todas aquellas investigaciones en marcha y los avances logrados para obtener una agricultura con criterios ecológicos se verán truncados. Además, no existen previsiones para continuar con estas líneas de trabajo, según el profesor, la línea que existe se denomina Agricultura Sostenible y se desarrolla en el CSIC, pero se trata de una investigación orientada a la agricultura convencional donde se utilizan herbicidas como el glifosato. Sin duda, es un paso atrás muy significativo en el camino de la práctica de la agricultura ecológica.