El mercado mundial de probióticos está creciendo rápidamente, pero no en la Unión Europea

La Asociación Internacional de Probióticos (IPA Europa), cuyo cometido es trabajar para obtener la aceptación del término «probiótico» en toda Europa como una categoría definida, así como crear un entorno favorable para los probióticos en Europa que permita a la industria hacer afirmaciones relevantes, comenta que el mercado mundial de probióticos está creciendo rápidamente, pero no en la Unión Europea.

Esta asociación parece cuestionar las reglas comunitarias sobre la inclusión del término probiótico en las etiquetas alimentarias, reglas estrictas que sólo permiten el uso del término cuando se constata científicamente su funcionalidad, y que están sujetas al Reglamento de Reclamaciones Europeas de Nutrición y Salud (EC 1924/2006). IPA Europa comenta que la demanda por los alimentos funcionales y los suplementos dietéticos crece de forma constante, ya que cada vez más consumidores buscan alimentos que les proporcionen salud, pero en Europa esta categoría está restringida y no se puede desarrollar, lo que reporta cuantiosas pérdidas económicas a las empresas alimentarias.

La asociación considera que la forma en que la Comisión Europea ha aplicado la reglamentación restringe poder informar a los consumidores sobre la presencia de probióticos en los alimentos y suplementos alimenticios, por lo que la investigación y la innovación en el sector de los probióticos se han frenado. Asegura que la interpretación de la legislación, así como los requisitos científicos exigidos son demasiado estrictos, privando a las empresas de la Unión Europea de la inversión y la innovación en este prometedor sector que crece en todo el mundo salvo en Europa.

Lo que no puede pretender IPA Europa es que se relajen las normas, ya que está demostrado que en más de una ocasión, los fabricantes han utilizados declaraciones saludables en sus productos basadas en estudios que son cuestionables porque no se han seguido los protocolos científicos, por ser fraudulentas, etc. Al respecto, os recomendamos retomar la lectura del post ‘Los alimentos funcionales comerciales, uno de los grandes fraudes de la industria alimentaria’. En él podéis ver una charla ofrecida por José Manuel López Nicolás, Profesor Titular del Departamento de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Murcia e investigador en el Grupo de Excelencia “Bioquímica y Biotecnología enzimática”, en la que pone al descubierto el funcionamiento de este tipo de fraudes.

La Asociación Internacional de Probióticos asegura que la situación actual va en contra de los objetivos declarados por la Unión Europea para promover y mantener el crecimiento económico y el trabajo de calidad, pero como decíamos, lo cierto es que la industria alimentaria debe avalar científicamente lo que se anuncia en el etiquetado de los productos. Se pretende que la definición “probiótico” sea aceptada como una declaración nutricional en el marco de la legislación, pero lo cierto es que es aceptada siempre y cuando se cumpla la reglamentación.

Hasta el año 2009, la UE era el principal mercado mundial de yogurt probiótico, ahora se encuentra en tercer lugar en volumen de ventas, por detrás de China y Estados Unidos. Pero esta asociación parece olvidar que las investigaciones realizadas en los últimos años por la EFSA (Agencia de Seguridad Alimentaria de la Unión Europea) han ido demostrando que los alimentos funcionales no son tan funcionales, que muchos productos se han comercializado bajo la premisa de aportar beneficios extras y significativos para la salud sin que hayan sido probados científicamente, por ello, muchos productos han tenido que retirar las declaraciones por no superar los controles de este organismo.

Se espera que la categoría de probióticos siga creciendo en otros mercados, mientras en la UE se seguirán sufriendo, según IPA Europa, perdidas de ventas. Esto tiene fácil solución, se deben cumplir las reglas y superar el examen realizado por la EFSA, argumentar que se pierde mercado por no poder utilizar estas declaraciones es poner por delante la cuestión económica a los beneficios saludables reales, además de ser un fraude al consumidor. Se habla de que el reglamento es muy riguroso, pero también se podría decir que el aplicado en otros países es todo lo contrario, puestos a elegir, preferimos el de la UE por ser más fiable.

En definitiva, utilizar argumentos económicos no debe servir para que se modifique el actual reglamento comunitario, reglamento que permite que un consumidor pueda comprar un alimento con declaraciones probióticas, teniendo la tranquilidad de que ofrece realmente los beneficios asociados. Podéis conocer más detalles sobre lo declarado por IPA Europa a través de este enlace (Pdf).

Foto 1 | Gonmi
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