Ruibarbo

El Ruibarbo (Rheum rhabarbarum) es una hortaliza de la familia de las Poligonáceas que ahora, en primavera, empieza a hacer acto de presencia en los mercados. Es una planta perenne que en invierno, en los climas más fríos, llega a desaparecer para volver a brotar en primavera. El tallo del ruibarbo es la parte comestible (se parece al apio), y muestra una belleza bicolor, verde y rojo, con el que se puede disfrutar de platos salados y dulces.

El origen del ruibarbo se ubica en Eurasia y su denominación es una combinación del griego rha (nombre también del río Volga donde crecía silvestre) y barbarum (referente a los bárbaros y al hecho de ser extranjeros, como el ruibarbo, que procedía del este del Volga). Su uso en la medicina tradicional es muy antiguo, está documentado desde el 2700 a.C. en China, pero el consumo como alimento vino después, empezando por elaboraciones que normalmente reciben las frutas, compotas y mermeladas, pasteles, zumos, infusiones e incluso vino.

Se hizo muy popular en Inglaterra hace unos 250 años, nos sorprende el motivo, pero afirman que es por su parecido a las frutas y por su pronta recolección en comparación a muchas frutas primaverales, sobre el mes de abril, y está de temporada hasta el mes de mayo o junio, según donde se cultive, y aunque se ha extendido mucho, en España todavía no es muy fácil de encontrar.

Como el resto de hortalizas, el ruibarbo es un alimento de reducido valor energético, un 93% de su composición es agua, además proporciona hidratos de carbono, proteínas y fibra, además de ser rico en vitamina C, vitamina K y minerales como el calcio y el potasio. El tallo del ruibarbo contiene oxalatos (como las espinacas o el té, por ejemplo), y sus hojas en grandes proporciones, de ahí que no se puedan consumir. De hecho, el ruibarbo no es recomendable para las personas que deban llevar una dieta baja en ésteres de ácido oxálico, como quienes padecen problemas renales.

Su sabor es algo astringente y ácido, y la forma habitual de suavizarlo es agregándole azúcar en su preparación, por eso la elaboración tan propagada de dulces con esta hortaliza, aunque hay quien disfruta incluso de su degustación en crudo.

La recomendación general, si nunca se ha probado el ruibarbo, es degustarlo por primera vez como compota o mermelada, pudiendo combinarse con otras frutas como las manzanas, las fresas, etc. También es muy agradable para el paladar si se incluye en bizcochos o muffins, pero no dejes de probar unas crepes con mermelada de ruibarbo, seguro que te conquistan.

Foto | Van Robin

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