Diferencias de la pota y el calamar

Hablando el otro día del libro de Flavio Morganti, Vacas, donde quedan plasmadas las innumerables ocasiones en que se denominan con nombres falsos a productos auténticos, recordamos el tema de las diferencias de la pota y el calamar.

Es cada vez más común encontrar productos congelados en los que te venden “anillas rebozadas”, cualquier persona, habituada o no a consumir este tipo de productos puede deducir que se trata de anillas de calamar rebozadas, así que no dicen ninguna mentira, pero lo que están vendiendo es un cefalópodo de menor valor gastronómico que el calamar que nosotros apreciamos, la pota.

La pota o calamar gigante, conocido también como luras en Galicia o jibia en Sudamérica (aunque la jibia es en realidad la sepia en nuestro país, y se llama choco cuando su tamaño es como el de la palma de la mano), constituye varia especies, como la pota común (Todarodes sagittatus), la pota voladora (Illex coindetii), que es de tamaño pequeño o la pota argentina (Illex argentinus), a la que se le otorga mayor calidad.

Las propiedades nutritivas de la pota son las mismas que las del calamar, aporta proteínas, destacan las vitaminas B3 y B12, minerales como el fósforo, el potasio y el magnesio y un bajo aporte en grasas. En cambio, el sabor es más rudo, así como su textura y aunque hay distintas calidades de pota, ninguna supera a la del calamar.

El precio de la pota es bastante inferior al del calamar, así que no está mal aprovecharlo para según qué elaboraciones, aunque personalmente sólo los utilizaríamos para hacer las tradicionales rabas “de calamar”, pero con tiras de pota. El rebozado disfraza parte del potente sabor que tiene la pota en comparación con el fino calamar. Se puede encontrar este cefalópodo en distintas presentaciones dependiendo de su tamaño, en anillas, en tiras, enteras… y permite ser cocinado como la sepia o el calamar.

Para poder diferenciar la pota del calamar, podemos fijarnos en las dos aletas que poseen en la parte final del cuero, las aletas del calamar ocupan unos 2/3 de la longitud de su cuerpo una vez eliminada la cabeza, mientras que las aletas de la pota ocupan una tercera parte. Otra diferencia la encontramos en el color si los cefalópodos no están limpios, la pota tiene una manchas violáceas, más oscuras que las rosadas del calamar.

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