Restaurante Raúl Resino

Hace un año que en Benicarló, el municipio castellonense más popular por sus alcachofas que por su mar y su montaña, abrió las puertas el Restaurante Raúl Resino, pero ha sido hace unos días cuando nosotros lo hemos visitado por primera vez y queremos contaros lo que comimos y lo que nos pareció.

Antes debemos hablaros de Raúl Resino, un joven cocinero que reúne muchas cualidades por las que ha conseguido que un restaurante gastronómico haya encontrado su sitio en una tierra tan difícil como esta zona de Castellón, pero además se esté convirtiendo en un referente, su oferta gastronómica es única en Benicarló y cercanías.

La cocina de Raúl Resino se basa en el producto de proximidad, pero no prescinde de los productos foráneos que le permiten enaltecer sus platos, de hecho, una de las características de su cocina es la aportación de toques asiáticos. Productos de la rica huerta de la zona y del inmenso mar que baña la costa de Benicarló, son protagonistas de recetas tradicionales, algunas olvidadas, que el chef actualiza y personaliza, siempre respetando lo que el paladar y la memoria tanto valoran, el sabor.

Raúl Resino lleva unos 20 años en los fogones, muchos kilómetros para conocer distintos tipos de cocina, tanto en restaurantes ‘populares’ y de cocina tradicional como en restaurantes de alta cocina, El Celler de Can Roca, Zuberoa o Suzaku, en Tokio, con el maestro Yoshikawa Takamasa, entre otros. Con un buen currículum y mucho conocimiento, ha continuado viajando para dejar su sello en otras cocinas, trabajando como asesor gastronómico, hasta que finalmente ha abierto su propio restaurante en Benicarló. Un regalo para los que vivimos en la zona.

El local es una puerta abierta a la naturalidad, es amplio, cómodo, con buena luz y dispone de dos salas con espacio para un total de 40 comensales. No podemos obviar que el bienestar en el restaurante se ve favorecido por el servicio de sala, en todo momento están atentos a las necesidades pero sin molestar, además forman un buen tándem con la cocina, los platos del menú degustación fluían a buen ritmo.

Hablamos de menú degustación y esta es la única oferta del restaurante, no hay carta, hay dos menús para elegir, uno por 28 euros (creemos recordar) y otro por 40 euros, que es el que nosotros tomamos y que como veréis a continuación, se compone de tres aperitivos, ocho platos, prepostre y postre. El menú incluye agua, servicio de pan e IVA, lo único que no incluye son el resto de bebidas.

Hay que decir que los menús degustación cambian aproximadamente cada semana, y lo hacen en función del mercado y de su investigación culinaria, aunque a veces hay platos que se mantienen más tiempo porque como sabemos, muchas veces el cliente así lo demanda. Además realiza jornadas gastronómicas con productos de la tierra y otra que está teniendo mucho éxito y de la que esperamos hablaros pronto, los miércoles celebra la Tokio Night y ofrece un menú fusión japonés, una garantía para comer buen sushi en la zona.

De momento de lo que podemos hablaros es del menú que nosotros probamos y que empezó por el final, por un Café bombón. En realidad es un trampantojo, el primer aperitivo que nos sirvieron era un vermú con sifón sobre una gelatina de aceituna y anchoas que se debe tomar en ese orden, bien para empezar. A este aperitivo le siguieron otros dos, una Sardina marinada con espuma de piquillos y polvo de aceituna negra y el Pan con tomate hecho migas, con longaniza de Pascua, muy rico pero quizá con exceso de aceite de oliva virgen extra, muy bueno, pero predominaba su sabor.

Antes de empezar con los platos también pudimos degustar una deliciosa mantequilla de anchoas presentada como un bombón y un buen aceite de oliva virgen extra (el nuestro era el Via Avgvsta, pero había variedad en las mesas) que se acompañaba con un pan correcto.

Pasamos a los platos empezando con una Ostra ‘crionizada’ en cava y lima sobre puré de mango, un bocado delicioso que combina la combinación clásica de la degustación de una ostra, con lima y una copa de cava, a la que añade un cremoso y sutil puré de la fruta tropical.

Seguimos con un mar y montaña que esperamos poder repetir porque nos pareció delicioso, hablamos del Canelón de langostinos relleno de ragout de boletus, con su espuma marina. Quizá la foto no le hace justicia, pero es una perfecta lámina de langostinos que alberga en su interior un sabroso guiso de setas.

El Ravioli de pulpo a modo de suquet actualizado es un plato con sabor, la base es un tierno pulpo finamente laminado, acompañado con puré de aceite de oliva virgen extra, lo cubre un ‘mantel’ de suquet, es decir, una gelatina del caldo de esta elaboración tradicional marinera, y sobre ella, un langostino cocinado en su punto (¿os sorprende saber que en la tierra del Langostino de Vinaròs suelen cocerlo en exceso?). En su cola ensartada, una pipeta con el jugo de sus cabezas para culminar el plato.

Continuamos con el Cremoso de foie con mantel de moscatel de Gandesa y frutos secos, una suave crema de foie micuit sobre la que se posaba la gelatina de moscatel que aportaba el dulzor y acidez que agradece este producto. Sobre ella alternaban almendras, membrillo, melocotón… además de combinar de forma armoniosa los sabores, lo hacían también las texturas.

Para seguir saboreando el mar nos sirvieron unos Gnocchi de mejillones a la marinera de miso con sus rocas, se trata de unas quenelles de mejillones cremosas y respetuosas con su sabor, que se mojan con una salsa marinera potenciada por el miso blanco. Y el plato se completa con el tradicional (desde que lo creara y compartiera con el mundo Ferrán Adrià) bizcocho de sifón cocinado en el microondas, caracterizado por ser muy ligero. En este caso su sabor también era muy característico e idóneo para el plato, hecho con tinta de sepia.

Sobre un plato negro cubierto de piedras se presenta otro plato de cristal transparente, es el que acoge las Navajas en su hábitat, el molusco al natural acompañado de unas gotas de sus interiores al vino blanco, una ensalada de alga wakame, polvo de alga nori y huevas de trucha. Muy correcto y equilibrado.

A buen ritmo seguimos con el último plato de pescado, el Rape en costra de coco y cigala ahumada con emulsión de naranja, zanahoria y jengibre. La cigala estaba espectacular, y el pescado correcto, pero le sobraba la costra de coco que se comía todo el sabor, además de estar tostada tenía un toque a madera que escondía el rape y todo lo que entrara en boca con ella.

Varios platos nos parecieron buenos, pero el Steak tartar de solomillo de buey con toques asiáticos nos conquistó totalmente. El chef prepara un tradicional steak tartar con carne de calidad reposada, e incorpora algunos matices a su manera, soja, kimuchi… Otro plato que esperamos poder repetir cuando regresemos al restaurante de Raúl Resino.

El postre estaba rico, aunque creemos que le faltaba algo… en la foto podéis ver una esfera que simula una mandarina, su nombre es Mandarina caída del árbol en honor a la temporada de la fruta y a la tierra que nos rodea, llena de árboles de cítricos. Se trata de una esfera de cremoso chocolate blanco bañado con una gelatina de mandarina, posada sobre una tierra de chocolate.

Antes del postre nos sirvieron un Mojito de piña y después de éste, además de unas trufas de chocolate (se agradecen cuando se quiere terminar una comida con chocolate), un ‘Polo’ (helado) de Gin Tonic para despedirnos con un sabor fresco.

Nos pareció una buena comida, una cocina que trae un aire nuevo al lugar en el que nos encontramos, que falta hace. Buen producto y conocimiento del mismo, así como de las técnicas culinarias tradicionales y vanguardistas para convertirlo en un plato que haga disfrutar al comensal. Además, con muy buena relación calidad precio.

Restaurante Raúl Resino
Calle Alicante nº 2 (esquina Av. Cataluña)
Benicarló
Tlf. 964 86 55 05

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